El miedo requiere atención

miedo-a-ventas-150x150  “La experiencia de superar el miedo es maravillosa” B. Russell

 El miedo es lo que nos separa. El miedo, el temor, la angustia, la ansiedad. Es el miedo, lo que nos impide fluir, lo que separa de los demás, de nuestros sueños, nos corroe la confianza. El miedo encoge, debilita, paraliza, neurotiza, o nos hace caer en la negligencia, en el desorden de carácter. El miedo destruye la estima y la falta de estima nos produce inseguridad y miedos. El miedo puede también venir acompañado de culpa, vergüenza, hostilidad y otros.

 ¿cómo superar el miedo? La ley de la entropía, segunda ley de la termodinámica, habla de cómo se mueve la energía, explica una tendencia a la degradación de esta. Por ejemplo el calor va hacia el enfriamiento. La materia va naturalmente hacia un mayor grado de desorden, degradación o entropía. Es  revelador que podemos sortear la ley de la entropía. Podemos con conciencia sortear tendencias, nuestro trabajo puede ser feliz y armonioso y no necesariamente de lucha, de pelea, o dolor. Podemos hacer algo para manejar el estrés, la  ansiedad de los miedos. Para ello hay que vigilarse, estar conscientes de cuando nos aparece el miedo. Asegurarnos de que respondemos a la realidad. El miedo hay que validarlo, explorarlo, utilizarlo como nuestro aliado, para poner límites, explorar que trata de decirnos, integrarlo, hacerlo mi investigador, mi conciencia. Es el no reconocerlo, el no validarlo, lo que le otorga poder. Lo que no integramos nos divide y nos separa. Ese miedo puede ser una parte nuestra no atendida, quizás hace muchos, muchos años. La manera de liberarlo es bajar hasta el calabozo donde lo tenemos arrinconado y atenderlo. Somos libres en la medida que liberamos a nuestros prisioneros que tenemos en nuestros calabozos interiores. Requiere descifrarnos, expresarnos,  abrirnos, exponernos y descubrirnos. Tocar la yaga para sanar. La libertad se gana desde dentro hacia afuera.

Con frecuencia, el miedo se manifiesta como que queremos tener control, no queremos enfrentar la incertidumbre, queremos tenerlo planificado y los resultados predecibles. No estamos dispuestos a enfrentar la incertidumbre, cuando  esta es ley del  universo, como nos dice el principio de la incertidumbre de la física cuántica. Este  principio también llamado de la indeterminación, nos dice que precisamente el intento de observar hace que lo observado altere su posición de manera impredecible. Reflexionemos, un milagro es encontrar resultados que no esperábamos. Al querer tener completo control perdemos la magia que nos brinda este universo. Tener fe es estar conectado con la consciencia, confiar, saber que no estamos solos. Que podemos reconectarnos con un proceso que implica disciplina, acción, responsabilidad, proactividad, estar alineados, ser consecuentes. Aprender a manejar nuestros miedos es parte del proceso de lograr armonía. Nos ayuda el meditar, confiar e integrar. Con una intención trabajada y no completamente determinada  podemos  enfrentar a la realidad con experiencia y sabiduría, y  podemos ir creando y dando forma a nuestra intención.

Otro principio importante es saber que podemos pedir ayuda a otros. Saber pedir ayuda es también un arte, requiere exponer tu vulnerabilidad, a veces. Requiere humildad.  La fe requiere también desapego. Se pone la intención, se trabaja,  pero se suelta el resultado. Es encontrar el estado de gracia. La gracia siendo aquel estado de conciencia y de sincronicidad donde tus deseos se cumplen de una manera creativa, en armonía- aunque siempre haya dificultades- pero esta no te tienen a ti, no te dominan, no te afectan hasta el nivel donde te identificas con el problema, te atrapa el miedo y dejas el estado de  confianza y gracia. La gracia es el arte de trabajar el proceso de la creación y además hacer que durante el proceso no se apoderen de ti los miedos, sino que sigas en la conexión, en la  confianza. Haces tus acciones, pero a su vez no tratas de controlar los resultados, saber fluir y abandonarte. Lograr ese balance es el arte de la felicidad.

Trabajar la espiritualidad, es decir trabajar la conexión interior consciente es fundamental para vencer los miedos. Pero también es requisito pasar por un proceso psicológico de verse identificarse, explorarse, darse cuenta. Identificar de donde vienen los miedos enfrentarlos, descifrarlos y trascenderlos, identificar las imágenes que nos conectan con esos miedos, que son conclusiones emocionales que hicimos de niños y seguimos haciendo, concepciones erróneas de la realidad, que son recreadas en el presente, al actuar como un filtro  que nos hacen chocar con la realidad de una manera conflictiva o traumática. Los conflictos o los sentimientos de decepción y vergüenza son provocadas por nuestras imágenes y son señales par identificarlas.  (Texto de L.M. Rico adaptado por JIF)

 

El miedo por Anthony de Mello:

Y no habéis recibido un espíritu de esclavos, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos que nos permite clamar: Abba, Padre. Rm 8, 15

Cuando despertamos de nuestro sueño y vemos la realidad tal cual es, nuestra inseguridad termina y desaparecen los miedos, porque la realidad es y nada la cambia.

Aunque vas diciendo que buscas la felicidad, lo cierto es que no quieres ser feliz. Prefieres volver al nido antes que volar porque tienes miedo, y el miedo es algo conocido y la felicidad no.

Hace falta despertar. El miedo sólo se te quita buscando el origen del miedo. El que se porta bien por miedo es que lo han domesticado, pero no ha cambiado el origen de sus problemas: está dormido. Tienes miedo porque te sientes amenazado por algo que ha registrado la memoria. Si despiertas, y puedes observarlo claramente recordando su origen, el miedo no se volverá a producir, porque eliminarás el recuerdo.

Lo contrario al miedo es el Amor. Donde existe el Amor no hay miedo alguno. Y el que no tiene miedo no teme a la violencia, porque él no tiene violencia alguna. Toda violencia viene del miedo y crea más violencia. «No tengáis miedo«, dice Jesús. Todo los sabios y libros de sabiduría transmiten:  «No temáis…, no os preocupéis…, no os aflijáis…»

Tomamos de la vida lo no real. Le tenemos mucho miedo a la verdad, y preferimos hacer ídolos con la mentira.

Muchos enfados proceden del miedo. Nosotros huimos de los enfados porque provocan nuestros miedos y, a la vez, nos ponen violentos. Nos asustamos de la agresividad porque despierta nuestra propia agresividad. Nos defendemos no por justicia, sino por miedos. La buena espiritualidad te enseña a liberarte de los fantasmas, de lo falso, y la mala a fiarte de las medallas.

  “Para quien tiene miedo todo son ruidos” Sofocles

“El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son” T. Livo

En la vida no hay nada que temer, sólo que comprender”  M. Curie

EL ORIGEN DEL MIEDO por E. Tolle

El estado de miedo psicológico está divorciado de cualquier peligro real e inmediato. Puede adoptar diversas formas: desazón, preocupación, ansiedad, nervios, tensión, temor, fobia, etc. El miedo psicológico del que hablamos siempre se refiere a algo que podría ocurrir, no a algo que ya está ocurriendo. Tú estás en el aquí y ahora, mientras que tu mente está en el futuro. Esto crea una brecha de ansiedad. Y si te has identificado con tu mente y has perdido el poder y la simplicidad del ahora, esa brecha de ansiedad será tu constante compañera. Siempre puedes afrontar el momento presente, pero no puedes afrontar algo que sólo es una proyección mental; no puedes afrontar el futuro.

Además, mientras sigas identificándote con tu mente, el ego dirigirá tu vida. Debido a su naturaleza fantasmal, y a pesar de sus elaborados mecanismos de defensa, el ego es muy vulnerable e inseguro, y se siente amenazado constantemente. Por cierto, esto sigue siendo verdadero aunque externamente esté muy seguro. Ahora bien, recuerda que una emoción es la reacción del cuerpo a la mente. ¿Qué mensaje recibe continuamente el cuerpo desde el ego, desde ese falso yo fabricado por la mente?: peligro, estoy amenazado. ¿Y qué emoción genera este mensaje continuo?: miedo, por supuesto. El miedo parece tener muchas causas: miedo a la pérdida, miedo al fracaso, miedo a que nos hieran, y así sucesivamente; pero, en definitiva, todos los miedos pueden resumirse en el miedo del ego a la muerte, a la aniquilación. Para el ego, la muerte siempre está a la vuelta de la esquina. En este estado de identificación con la mente, el miedo a la muerte afecta a todos los aspectos de tu vida.

Por ejemplo, algo tan aparentemente trivial y «normal» como la necesidad compulsiva de tener razón en una discusión y demostrar que el otro está equivocado —defender la posición mental con la que te has identificado— se debe al miedo a la muerte. Si te identificas con una posición mental y resulta que estás equivocado, tu sentido de identidad, basado en la mente, se sentirá bajo una seria amenaza de aniquilación. Por tanto, tú, como ego, no puedes permitirte estar equivocado. Equivocarse es morir. Esto ha motivado muchas guerras y ha causado la ruptura de innumerables relaciones. Cuando dejas de identificarte con la mente, el hecho de tener razón o estar equivocado es indiferente para tu sentido de identidad; de modo que esa necesidad compulsiva, apremiante y profundamente inconsciente de tener razón, que es una forma de violencia, deja de estar presente. Puedes expresar cómo te sientes y lo que piensas con claridad y firmeza, pero tal expresión no estará teñida de agresividad ni actitud defensiva. Tu sentido de identidad deriva entonces de un lugar más profundo y verdadero dentro de ti, no de la mente.

OBSERVA CUALQUIER ACTITUD DEFENSIVA que surja en ti. ¿Qué estás defendiendo?: una identidad ilusoria, una imagen mental, una entidad ficticia. Haciendo consciente este patrón y observándolo, puedes romper la identificación con él. El patrón inconsciente comenzará a disolverse rápidamente a la luz de tu conciencia.

Este es el final de todas las discusiones y juegos de poder, que son tan corrosivos para las relaciones. El poder sobre los demás es debilidad disfrazada de fuerza. El verdadero poder está dentro, y está a tu disposición ahora. La mente siempre trata de negar el ahora y de escapar de él. En otras palabras: cuanto más te identificas con tu mente, más sufres. O puedes decirlo de este otro modo: cuanto más capaz seas de valorar y aceptar el ahora, más libre estarás del dolor y del sufrimiento, más libre de la mente egotista.

Si no deseas crear más dolor para ti mismo ni para los demás, si no quieres añadir más dolor al residuo del pasado que aún vive en ti, no crees más tiempo, o crea el imprescindible para gestionar los aspectos prácticos de la vida. ¿Cómo dejar de crear tiempo?  DATE CUENTA INEQUÍVOCAMENTE DE QUE EL MOMENTO PRESENTE es lo único que tienes. Haz del ahora el  centro fundamental de tu vida. Si antes vivías en el tiempo y hacías breves visitas al ahora, establece tu residencia habitual en el ahora y haz breves visitas al pasado y al futuro cuando tengas que resolver los asuntos prácticos de tu vida.  Di siempre «sí» al momento presente. (Practising the Power of Now by Eckhart Tolle)

El valor no es ausencia de miedo, es la conquista de éste” Anónimo

Como consecuencia de nuestra inmersión en el sistema educativo, familiar, social y en la información habitual de los medios de comunicación, hemos aprendido a vivir en el miedo en dosis excesivas. Algunos mostramos el camino de vuelta que reduzca y minimice el miedo para que una vida en paz y con integridad sea posible. Nuestras actividades se realizan con sentido para ese fin.

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