Señales en el camino

Cuantas veces nos sucede que buscamos un objeto que tenemos cerca y tardamos en encontrarlo, aún estando a nuestra vista. Es como si la percepción lo excluyera o se fijara en cualquier objeto menos el buscado. También es muy común no valorar o percibir la realidad de algo que está muy próximo o forma parte de nuestra vida cotidiana.

Vamos por la vida sin darnos cuenta de los mensajes que nos llegan, a veces sutilmente, otras veces claramente. La mayoría no capta las señales. Sucede porque nos cerramos a comprensiones más amplias y por falta de atención.

Tendemos a ver las cosas en forma rígida que impide una visión más profunda y reveladora. Perdemos literalmente el contacto con la realidad. Es un vivir en la superficie de las cosas y acontecimientos. Y en ese estado limitado e ilusorio sobrevivimos.Como es algo normal para la mayoría y para la sociedad pensamos que no hay otra opción, al menos para nosotros. Este perverso efecto óptico conspira para mantenernos limitados e insatisfechos.

Sin embargo, a veces tenemos vislumbres, “insights”, tomas de conciencia  profundas, que recuerdan la existencia de una realidad ampliada. Aprender a reconocer esas señales  pasa por un afinamiento de la percepción, una colocación interna adecuada.  Se ha de dar un cambio de actitud o “despertar” interior que nos saque de la somnolencia automatizada. Tiene que ver con recuperar sensibilidad, intuición y atención consciente.

Muchas veces navegamos a la deriva. Unas veces sin darnos cuenta creyendo que vamos  con buen rumbo. Otras veces nos damos cuenta pero hacemos caso omiso a las señales  resistiéndonos a cambiar el rumbo. Tarde o temprano aparecen signos más claros o una tormenta. Son oportunidades de reorientarnos. En ese sentido, la vida en sus múltiples formas, no nos abandona. En todo caso somos nosotros quienes nos abandonarnos, encerrados en un muro de creencias y desatenciones. Pero antes o después, todos encontramos un faro de luz, alguna señal más clara, que nos aporta referencias confiables. Los faros de luz fueron construidos para afrontar cualquier escenario incluidas las tormentas. Sostienen y permiten que brille su luz.

Vivimos tiempos de cambios intensos. Aquí los faros de luz son especialmente útiles. Nos guían y ayudan a no perder el norte y a tomar tierra, nos avisan de los obstáculos. Permiten ver con mayor claridad y señalan lo real. Escuchar las señales, aprender a comprenderlas, ver más allá, es cada vez más necesario en este mundo cambiante. No es un lenguaje difícil y no es ajeno a nuestra verdadera naturaleza. Si uno no sabe o no puede, siempre queda la opción de buscar ayuda para iniciarse. En cualquier caso, el viaje al conocimiento real de uno mismo, la armonización interior o el afinamiento de la percepción, son claves. Si se atienden, entonces, un día al mirar atrás, podremos celebrarlo. 

Autor del artículo: José Ignacio Fernández (12 de Agosto de 2013)  

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