Un nuevo mundo en gestación (C. Rogers)

Un nuevo mundo en gestación – El nuevo ser humano

 El actual caos, el desequilibrio, la confusión, la desintegración de las instituciones y de los gobiernos, quizás sean los dolores provocados por un mundo en gestación. De ser así, estamos participando también en el nacimiento de un nuevo ser humano, capaz de vivir en esa nueva era, en un mundo transformado.

¿Cuál es la razón por la cual nosotros, como individuos, como naciones, como culturas, estamos experimentando trastornos semejantes? Se debe a una cantidad de significativos cambios de paradigma, que están aconteciendo simultáneamente. Lo inevitable de tales cambios ha hecho estremecer los cimientos de nuestra existencia física, psicológica, económica y espiritual. En cada época hay una visión del mundo generalmente aceptada, un patrón según el cual tanto el científico como el lego explican la realidad así como la perciben. Hoy, en diversas áreas, nos confrontamos no con uno sino con varios cambios de paradigma inevitables. Los antiguos modelos se han desvanecido y esto nos tiene inquietos e indecisos.

La realidad como la hemos conocido, el mundo de la materia, el tiempo, el espacio ha dejado de existir, al menos en un sentido fundamental. Nos confrontamos con una misteriosa realidad de energías oscilantes que se manifiestan de manera extravagante. Es ésta una realidad de interconexiones casi místicas, de relaciones que emparentan a todas las entidades, ya sean animadas o inanimadas. Y al intentar comprender un universo nos embarga un temor no exento de respeto. Pero la ciencia, que ha sido nuestra principal herramienta para la comprensión, está sufriendo cambios igualmente sorprendentes. Nuestra visión del mundo mediante la perspectiva científica lineal racional, intelectual, ha sido excesivamente sobrevalorada.

La simplicidad de la ciencia se ha convertido en una «ciencia de la complejidad» que se asemejará más a las nociones de los místicos de Oriente que a la mecánica newtoniana.

El hombre mismo no puede seguir siendo considerado como una gran computadora, un manojo mecánico de estímulos y respuestas. Nuestra concepción de la persona se enfrenta a drásticos cambios. Tal persona posee potencialidades inimaginadas hasta ahora. La inteligencia no consciente del ser humano demuestra vastísimas capacidades. Puede controlar funciones corporales, puede curar enfermedades, puede ver y  crear nuevas realidades. Puede adentrarse a ver cosas a enorme distancia, transmitir ideas directamente.

Tal persona está logrando tanto una nueva conciencia de su fortaleza y poder, como el reconocimiento de que lo único constante en la vida es el proceso de cambio.

Todo indica que debemos percibir al individuo como una persona en constante transformación, una persona trascendente. Este es un nuevo mundo hacia el que inevitablemente nos desplazamos. Un mundo en el cual la realidad, según la hemos conocido, ha desaparecido; en el cual la ciencia, según la hemos conocido, se ha tornado parte de una totalidad mucho más misteriosa y mística; en el cual el individuo como máquina comprensible de músculos, nervios y cerebro, ha cedido su lugar a un misterioso ser con increíbles capacidades y en constante transformación.

No es de extrañar entonces que estemos confusos, entre arrogantes y aterrorizados, caóticos en nuestras intenciones, en medio de cambios sociales que parecen fuera de nuestro control. Nos confrontamos a una combinación de cambios de paradigma que puede ser más poderosa que todo lo hasta hoy conocido en la historia del hombre. Las posibilidades tanto de quebrantamiento como de una existencia plenamente creativa son enormes.

Un nuevo ser humano

¿Quiénes serán capaces de vivir en este nuevo mundo, completamente diferente? Creo que serán aquellos jóvenes de mente y espíritu. Ellos serán los capacitados para vivir en el mundo del mañana, quienes hayan comprendido los conceptos de semejante transformación. No todos, por supuesto. ¿De dónde provendrán? Observo que ya han comenzado a nacer.

¿Dónde los he encontrado? Entre los ejecutivos que han abandonado sus carreras y renunciado a las tentaciones de los altos salarios, para vivir una nueva vida, mucho más sencilla y plena. Los encuentro entre hombres y mujeres que desafían la mayoría de los valores de la cultura actual para vivir según nuevas maneras. En algunos religiosos que han dejado atrás los dogmas de sus religiones, para vivir de un modo que tenga mayor sentido. En las minorías que están emergiendo, después de generaciones de pasividad, a una vida más afirmativa y positiva. Los encuentro entre aquellos que han participado de experiencias grupales profundas, hallando un lugar para el sentir y comprender.  Los encuentro entre los estudiantes creativos, que han abandonado la enseñanza académica oficial para encontrar metas más elevadas que las permitidas para una estéril escolarización. Los encuentro gestándose en los talleres internacionales que han sido parte destacable de mi pasado inmediato. Allí, en un ambiente centrado en el ser humano, están desarrollando un sentido de comunidad basado en la confianza y el respeto, creando armonía en la diversidad, una armonía que caracteriza a este nuevo mundo. Multitud de gente está «conspirando» junta, respirando junta, descubriendo que perciben la vida de un modo fundamentalmente nuevo.

Sus cualidades

Al estar en contacto con estos individuos, he hallado ciertos rasgos en común.
Tal vez ninguno de ellos posea todas estas cualidades juntas, pero creo que la habilidad para vivir en este extremadamente revolucionado mundo del mañana, está definida por ciertas características. Describiré algunas brevemente, según yo las he percibido y experimentado:

Tales personas viven la vida como un proceso, como un torrente de energía, una transformación. La vida rígida, estática, no les atrae. Viven en una confortable relación con la naturaleza, un responsable parentesco con el entorno. El abuso sobre la naturaleza o las personas les resulta inaceptable. Su meta es reforzar el poder interior del individuo, compartir el poder en proyectos comunes. Se sienten parte de la especie humana sin fronteras y de un todo interrelacionado. Esta relación sienta las bases para la conformación de comunidades a escala humana y para afrontar con flexibilidad los problemas comunes. Estas personas rehúsan vivir en un mundo compartimentalizado de especialistas: cuerpo y mente, salud y enfermedad, intelecto y sentimientos, ciencia y sentido común; grupo e individuo, cordura y locura, trabajo y esparcimiento. Luchan más bien por una vida integrada y total, donde pensamiento, sentimiento, energía física, energía psíquica y energía curativa estén integrados en la experiencia.

Son investigadores, su búsqueda es, por naturaleza, esencialmente espiritual. Son conscientes y están influenciados por ritmos del universo. Están a sus anchas con la energía psíquica, con las experiencias místicas y meditativas. Desean hallar un propósito y un sentido que trascienda lo individual. Estas personas están abiertas al mundo interior y exterior. Están abiertas a la experiencia, a nuevos modos de percibir, a nuevas maneras de ser, nuevos conceptos e ideas y a un nuevamente descubierto mundo de sentimientos. Encuentro que estas personas valoran la comunicación desde un ver las cosas como son. Rechazan la hipocresía, el engaño y la ambigüedad de nuestra cultura. Estas personas son solícitas, deseosas de ayudar a todos cuando hay necesidad. La suya es una atención gentil, sutil, no moralista.

Su vida está fundamentada en una filosofía coherente: una confianza básica en la naturaleza, constructiva del organismo humano, el respeto por la integridad de cada persona, la convicción de que la libertad de elección es esencial para una existencia plena, la creencia en que la comunicación armoniosa entre los individuos puede ser favorecida, un reconocimiento de lo esencial que es la comunidad íntima para el desarrollo de nuestra vida.

Todas estas son algunas características que observo en estas nacientes personas nuevas. Soy bien consciente que pocos individuos poseen todas estas características y sé que estoy describiendo a una pequeña minoría del total de la población. Lo sorprendente es que personas con tales características se sentirán muy cómodas en un mundo que consiste sólo en energías vibrantes, un mundo sin bases sólidas, un mundo en el cual la mente, en su sentido más amplio, sea simultáneamente consciente y creadora de la nueva realidad. Serán capaces de vivir con los diversos cambios de paradigma. Este nuevo mundo será más humano y humanitario.

Explorará y desarrollará la riqueza y capacidades del espíritu humano. Generará individuos más integrados y totales. Será un mundo que valore al ser humano, el más grande de nuestros recursos. Será un mundo más natural, con un renovado amor y respeto por la naturaleza. Desarrollará una ciencia más compleja y más humana, basada en nuevos y menos rígidos conceptos. Su tecnología estará encaminada a mejorar al ser humano, antes que a explotar la naturaleza y a las personas. Liberará la creatividad a medida que los individuos confirmen su poder, sus capacidades, su libertad.

Los vientos de cambio cultural, social y científico están soplando vigorosamente. Las enormes perturbaciones de la sociedad contemporánea forzarán la transformación hacia un sistema nuevo, más coherente. Un renovado amor por la naturaleza y por cada persona, una comprensión de la unidad espiritual del universo, parecen emerger con esa nueva visión del mundo. Avizoro un mundo donde haya un lugar para un ser humano más completo e integral. Esta es, al menos, mi más profunda esperanza.

Texto procedente de extractos del original de C. Rogers

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