Alimentación y emociones (Por Montse Bradford *)
Ciertas emociones nos vienen dadas por lo que consumimos. El pensamiento, lo que pensamos genera emociones, pero también lo que comemos. Si tomo un vaso de agua o de whisky mis emociones serán muy distintas. Si ingiero alimentos que me bloquean el hígado, o la vesícula biliar, tendré emociones de ira, cólera, agresividad, impaciencia… porque cada órgano, dependiendo de si funciona bien o mal, genera unas u otras emociones. Esto está totalmente constatado en la medicina china de hace tres o cuatro mil años. Falta conciencia. La alimentación se mira desde un ángulo muy primitivo. Primer nivel alimenticio: ¿tengo hambre?, pues como lo que sea o donde me apetezca en ese momento. Hay más niveles. Las personas están vibrando en tres niveles, nada más. Tenemos que ir un poco más allá, al nivel de la energía que provocan los alimentos. Porque con la alimentación podemos generar salud o enfermedad.
Existe una relación de causa-efecto entre lo que comemos y nuestro estado de ánimo posterior: si como cosas que me están debilitando, que me están desmineralizando, notaré efectos emocionales de desmotivación, de frío, no tendré ganas de hacer nada. Las personas estarán física, emocional y mentalmente con estas energías de deficiencia. ¿Y cómo me desmineralizo? Pues consumiendo alimentos que tienen un pH ácido. La tónica general es que tenemos un hígado muy bloqueado y un riñón con muchas deficiencias, y el riñón necesita minerales. Si no, aparecen las emociones negativas. La principal emoción negativa del riñón es el miedo. Hoy en día tenemos miedo de todo. No somos emprendedores, nos falta espíritu de aventura…La gente está muy ácida, muy desmineralizada.
Hay mucho miedo en prestar atención a lo emocional. Nos pasamos años sin reciclar las emociones, bloqueando el cuerpo. También está lol mental. Los alimentos que necesita cada uno son distintos. No podemos darle chocolate al emocional porque no funciona. Lo emocional no necesita ni chocolate ni alcohol ni nada parecido, se usa para evadirse. Si el novio nos deja, comiendo chocolate no haremos que vuelva. Al cuerpo emocional, hay que alimentarlo, con otras cosas, bailar, expresar, caminar por la playa… Acabamos alimentándolo, sin embargo, con cosas físicas que no funcionan.
El bienestar radica en un equilibrio psicofísico: la metáfora de los tres amigos que van por el camino de la vida cogidos de la mano. Si los tres están más o menos equilibrados, y digo más o menos porque la armonía absoluta no existe, sumarán un equipo y buscarán juntos la misma meta. Si el cuerpo físico está debilitado, el emocional bloqueado, sobre todo porque lo desconocemos, y el mental centrado en controlar nuestra vida, es muy difícil conseguir ningún logro. Es lo que pasa hoy en día, falta de claridad, la gente está desorientada y desconcertada. Empezar a conocer los tres cuerpos, aunque sea poco a poco, sería muy importante.
Hay alimentos que generan una sangre ácida (con la que construimos estrés, enfermedad y desequilibrio) y otros que, por el contrario, la alcalinizan (con lo que obtenemos energía, vitalidad y salud). Podemos generar nuestro propio estado de ánimo. Somos los creadores de nuestra vida, en todos los niveles de nuestro ser. Cómo escogemos pensar es muy importante. Decíamos antes que una de las vías por la que se crean las emociones es a través de los pensamientos. Pero claro, si ingerimos alcohol, difícilmente podremos ser conscientes de nuestros pensamientos. La alimentación nos ayuda mucho a darnos más de estabilidad, armonía, paz… y luego debemos mirar con tranquilidad la calidad de nuestros pensamientos, que también forman emociones, por descontado.
Alcohol, estimulantes, colas, vinagre, chocolate, azúcar estimulan el sistema nervioso generando una energía falsa. Estos alimentos crean una energía de expansión. Nos inflaman y nos desmineralizan .Si una persona, a media mañana o tarde, se siente fatigada, busca ingerir café, chocolate, beber una cola… en definitiva, generar una energía que no tiene. Pero si hacemos esto acabamos creando una fibromialgia o fatiga crónica, ya que estamos destruyendo la energía de los riñones. Nos dicen que tenemos que tomar mucha leche para los huesos. Pero hay gente con osteoporosis que a pesar de haber tomado mucha leche, y haber ingerido carne y queso, tienen este problema.
La carne, jamón, embutidos, huevos…tensan, acumulan. Son de grasas saturadas. Nos bloquean órganos como el hígado, la vesícula biliar, el bazo, el páncreas y nos crean estas emociones de mucha tensión, agresividad, cólera…en definitiva, emociones que se llaman de exceso. Tenemos emociones de exceso, por una parte, y de deficiencia por otra, como el miedo, la falta de autoconfianza, que dan, por ejemplo, los azúcares refinados, nada recomendables
Cuando tomo alimentos que tensan quiero luego consciente o inconscientemente el extremo contrario. Es lo que llamamos la rueda energética o el yoyó. No falla, cuando tomo una parte de yang, quiero siete de yin. La gente dice “¿qué me pasa que no puedo parar de comer chocolate?”. Y yo les digo, deja de comer carne y verás cómo podrás dejar de comer chocolate. Alimentos de grasas saturadas producen desequilibrio, bloquean el hígado y además no son sostenibles. Necesitamos una alimentación sostenible, sana, natural y energética, conociendo la energía de cada alimento. En una comida principal lo mejor es que no falten cereales integrales en grano, legumbres, un alga, una verdura verde y una pequeña porción de semillas o frutos secos. Lo que hacemos es volver a la vida natural. Empezar a comer lo que comían nuestros abuelos. La dieta de antes, a comer legumbres, verduras, piñones, nueces, semillas, frutos secos, fruta de la temporada. Lo que hay que hacer es comer los alimentos naturales de toda la vida, los que necesitamos, pero de la forma que deseemos. Podemos hacer fideuás, pizzas, hamburguesas, pero sin que sean de carne. Comemos lo que necesitamos en la forma que deseamos y de esta manera el cuerpo emocional no se perjudica.
¿una ”buena” mesa también puede generar emociones positivas…? según lo que entendamos por emociones positivas. Con ciertas comidas las energías suben de tono y no necesariamente el ambiente “animado” o bien “regado” es positivo. La armonía se expresa mucho mejor en un ambiente consciente, en la tranquilidad, o en el silencio… Es verdad que el placer sensorial existe y tiene relación con las emociones. Pero es por eso que te puedes comer un fricandó por ejemplo, de seitán. O una lasaña. Yo hago una lasaña fenomenal. También hago donuts, pero no con azúcar, sino con manzana.
Compensar emociones con comida nos desequilibra. Nuestro lado emocional se queja porque no tiene vibraciones de armonía. Está bloqueado porque no le prestamos atención. Al cuerpo físico lo atendemos a diario, ducha, comida…al emocional nunca lo hemos limpiado. No hemos tenido en cuenta las emociones bloqueadas. No vamos a un terapeuta para gestionarlas. Ni las expresamos, escribiendo, por ejemplo cómo nos sentimos, o pintar, o ir a bailar… el caso es que afloren. No lo hacemos, no lo depuramos, no lo limpiamos cada día. Y el mental lo mismo. Vibra tan rápidamente que nos descontrola. Es importante para gestionarlo el silencio, meditación, la comprensión, para poder observar esos pensamientos que tenemos descontrolados. Todo el mundo tiene tiempo al día para detenerse, pero no lo hacemos. El alimento ideal para el cuerpo mental es el agradecimiento, estar agradecidos con la vida.
A la hora de cocinar, «no sabemos extraer el sabor dulce a los alimentos» por eso buscamos la compensación en el postre… No hay dulzura, en el plato, en la cocina mediterránea. Hay mucho salado, mucho aceite, mucho picante y mucho ácido… pero dulzura no, en absoluto. Acabamos de comer platos de esta cocina con ajo y vinagre, y buscamos el dulce en las natillas o en el flan. Estos postres tienen mucho azúcar, y de ahí los niños tan hiperactivos que tenemos. El sabor dulce está en el plato. ¿Y de dónde lo sacamos? de las verduras dulces: calabaza, moniato, zanahoria… todas son dulces. Y si las cocinamos durante tiempo dan una dulzura increíble. Cada gusto tonifica diferentes órganos del cuerpo.
El sabor dulce nos equilibra estómago, bazo y páncreas. Son órganos emocionales todos ellos, que necesitan mucha dulzura y relax. Esta dulzura natural es muy importante. La gente está estresada. Cuando incorporemos esto a nuestro cuerpo, podremos relajarnos más y contar con un poco más de armonía en nuestra vida. Si vamos por la vía del azúcar, pues vemos el nivel de hiperactividad que tiene la gente. El azúcar nos desmineraliza, nos afecta al sistema nervioso, además de dejarnos mal el riñón, los huesos, etc. Ya vemos cómo están los niños de hiperactivos. El niño actúa en función de la energía que le damos. Si le damos una cola, pues se excitará, Tenemos que entender esto, es importante.
Cocinar con tiempo? Tenemos tiempo, lo que pasa es que no lo dedicamos a la cocina. Lo empleamos, por ejemplo, para chatear. No valoramos que a través de la comida podemos modificar la calidad de nuestra sangre. Es cuestión de adquirir el hábito. Poner una olla de cereales supone poco tiempo y tienes para tres días. Hacer un pescado a la plancha o cocinar una verdura verde lleva minutos, es fácil. Poner calabaza al horno sí lleva más tiempo, pero tampoco tenemos que estar todo el rato vigilándola. Realmente es fácil cuando se aprende. Lo que pasa es que la gente quiere cambiar leyendo un libro, y para ello hace falta un instructor. Si quiero aprender a conducir no puede hacerlo sólo leyendo un manual, necesito que me enseñen, sino habrá carencias. Dirán “esto no funciona”, y sí que funciona, pero hay que aprender.
A una persona con exceso de peso, que ha comido mucha carne y que tiene un hígado bloqueado, que le reporta emociones de exceso, de ira, de cólera, le irá de maravilla una ensalada. La cocina energética me aporta conocimiento y me da libertad para escoger. Yo no soy partidaria de dietas, de prohibir. Yo explico los efectos que producen los alimentos, luego que cada uno escoja. Cuando tomo una cucharada de miel enseguida tengo mucho calor. Es un alimento que no transcurre por el sistema digestivo, sino que va directamente al riego sanguíneo y me da una hiperactividad al instante. ¿El día idóneo para tomar miel? El día que queramos correr un maratón, no hay problema. Tomamos algo de miel y ganamos la carrera (risas). Pero para el día a día no, porque nos dará mucha hiperactividad. Si tomamos mucha, nos desmineraliza, porque todo aquello que da energía al momento acidifica la sangre. Y cuando la tengo ácida, el pH cambia y el cuerpo busca minerales de donde sea. Por eso yo no recomiendo tomar miel cada día, en absoluto.
¿Qué le diría a aquella persona que no confía en estas sugerencias? Que lo pruebe, que lo siga durante seis meses. La gente que lo prueba gana en calidad de vida. Gana en concentración, claridad mental, en ganas de hacer cosas, en perder peso o ganarlo, si es necesario… No podemos opinar de algo si no se prueba, si no se vive. Yo en mis clases doy libertad. Explico qué energía aporta cada alimento, y luego la gente decide.
(*) Montse Bradford Fundadora de varias escuelas de cocina, barcelonesa, afincada en Londres desde 1978 hasta 2006 (ahora reside en la Ciudad Condal), ha dado clases en la universidad e impartido cursos por toda Europa y también por Sudamérica. Galardonada con el Premio Verde 2008 (Fundación José Navarro) por su trabajo a favor de la alimentación responsable y el desarrollo sostenible, ha escrito más de diez libros. El último, La alimentación y las emociones
Me enacanto , me gusta , quiero seguir aprendiendo….