Apertura a lo esencial y dificultades diversas

 No conviene negar ningún aspecto de nuestro ser. Aunque muchos lo hacen y viven ignorándolo, cuando tenemos acceso a lo esencial la vida se siente más plena. La experiencia interior nos va llevando a una apertura cada vez mayor, nos hace más presentes en la vida y nos acerca a dimensiones nuevas.

Uno de los problemas más comunes que nos encontramos cuando empezamos a abrirnos a lo esencial es el miedo…

a que la apertura nos aleje de las personas importantes de nuestra vida. Pero con las comprensiones nuevas y con la práctica constante de la meditación descubrimos nuevos e insólitos planos de conexión.

Muy ligado a lo anterior es el entorno social en que nos desenvolvemos. Las personas de nuestro entorno favorecen patrones más burdos de conciencia, desvalorizan el camino espiritual, boicotean nuestros intentos de cambio o ridiculizan sobre la meditación y su utilidad. Cuando somos muy dependientes y no sabemos separar el afecto y la autonomía, las opiniones de los demás se toman como referencia de actuación y nunca nos atrevemos a seguir las intuiciones que nos ofrece la vida. Paraquienes les afectan mucho los demás, es importante saber que las personas relevantes nos van a seguir apreciando igual, o incluso más, si actuamos siguiendo la guía de la conciencia más elevada.

A menudo la apertura espiritual puede interrumpirse cuando uno no medita. Una vez comenzamos a abrirnos, es preciso dedicar un tiempo de silencio para contemplar la experiencia y permanecer en contacto con nuestro ser interior. Un momento de conexión aislado no nos lleva a una transformación si no lo recuperamos una y otra vez por medio de la meditación. Sin embargo, las exigencias externas nos demandan una continua atención y nunca lo hacemos.

Algunas personas no tienen capacidad de parar y si lo hacen se encuentran con estados tan desagradables como la angustia o el miedo. En estos casos una buena solución es integrarse en un grupo y dejar que sirva de apoyo. Un buen grupo nos alimenta y nos ayuda a crecer y hacernos autosuficientes.

Mucha gente piensa que no es necesario meditar y que hay otras formas de avance espiritual. No son mas que justificaciones racionales. Si bien es cierto que ciertas aperturas de conciencia pueden suceder sin la meditación, para estabilizar e integrar la experiencia es imprescindible la contemplación lúcida y atenta.

Otro aspecto es el temor al futuro. Cuando empezamos a tener pequeñas aperturas nos damos cuenta de que nuestros valores, intereses y creencias van a cambiar. El futuro se percibe desconocido o amenazante.  A veces recelamos que vamos a perder el control, incluso dudamos de si nos veremos obligados a dejar nuestra casa, nuestro trabajo, nuestra familia o incluso nuestro país. Pensamos que nos tendremos que ir a un monasterio lejano y vivir aislados sin compañía. Percibir esta falta de poder sobre la situación puede paralizarnos seriamente y llevarnos a interrumpir el proceso.

La cuestión es confiar y entender que las cosas no son así. Tener más conciencia no nos quita nada, no nos vuelve más ciegos y descontrolados sino que añade nuevas dimensiones a la vida. Sin duda la perspectiva de la pareja, el trabajo y demás cambiará pero será hacia una visión más amplia, libre y consciente.

Lo que perdemos con la meditación no son las cosas de la vida sino todo aquello que la contamina y la hace infeliz e insatisfactoria. Perdemos el egocentrismo, las adicciones, las necesidades compulsivas, los miedos, etc., y con ello la vida se experimenta con mayor plenitud.

El camino es nuevo. La falta de información sobre el camino incluye el no saber qué pasos hay que dar ni cómo seguir, y encierra el temor a equivocarse. Necesitamos confiar en nosotros mismos y admitir posibles errores que siempre se podrán corregir. Por otra, es preciso la humildad de reconocernos necesitados de un guía. Alguien que conozca un poco más que nosotros. Este es el motivo para relacionarse con personas que están en fases más adelantadas del proceso.

Hay muchos otros obstáculos que paralizan el proceso. Entre otros: falta de motivación, expectativas de fracasar, creerse incompetente, dificultad de ser disciplinado y constante, ideas espirituales poco realistas, incapacidad de posponer las gratificaciones, falta de confianza en los guías, poca tolerancia a las decepciones, espera resultados, temor a asumir responsabilidad, búsqueda de experiencias excitantes, etc. Conocer los obstáculos nos ayuda a vencerlos y sobretodo nos obliga a tomar un compromiso más firme con la vida en su totalidad.    

(Juan Manzanera)

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