Cada vez que nuestras viejas costumbres se convierten en pretextos, en refugios y maestros, es cuando uno petrifica su alma y estrecha las mallas de su vida, y se niega a avanzar cuando el viento podría empujar su barca más lejos…
Algunos pasan la vida negándose a cruzar las puertas que se abren ante ellos. No entienden porque no quieren entender… Porque entender requiere valor, ¿comprendes?. La vida nos habla sin cesar. No existe ningún ser humano al que la vida no le envíe señales para mostrarle por dónde ir. A unos les habla más fuerte que a otros, o algunos han decidido no escuchar. ¿no ves que todo te ha traído hoy aquí, a ningún otro sitio más que aquí?
La culpa que vivimos, como error o una sucesión de situaciones dolorosas, es el grano de arena que bloquea en nosotros la felicidad. Es el pretexto para las citas que invariablemente concertamos con la desgracia o con la angustia del vivir y, a menudo, el argumento con el que sembramos a nuestro alrededor sufrimiento y desarmonía. Marcamos en la memoria la culpa que va dejando su huella. Pero sea lo que sea lo que hayamos hecho, o lo que creamos haber hecho, o lo que nos hayan hecho hacer, atrevámonos a amar.
¿Por qué te niegas el acceso a lo que la Vida se empeña en ofrecerte? Cuando aparece una puerta y se abre, hay que pasar…porque no siempre aparece!. Al principio aprender a amarse a uno mismo requiere un poco de audacia. La sensatez es no hacer nudos que reduzcan el hilo y requieran ser desanudados. Hacer(se) daño es agotador, ya que sus consecuencias son exigentes.
Un ignorante puede ser muy complejo. La sencillez es espontaneidad del corazón que hace que uno no se refugie tras ningún pretexto para alzar una barrera entre él y el otro, o entre la vida y él. La sencillez es también una hermosa y gran apertura de la consciencia a todo lo posible, una dichosa y continua atención a todo lo que es. Empieza por aprender a mirar el fondo de tu corazón…para poder sonreírte a ti mismo. Tu no te has amado. En cambio, créeme, la vida si te ha amado! Hasta en tu incompetencia, en tus torpezas y en tus rechazos, te ha trazado senderos y te ha diseñado puertas. La Vida sabe de dónde vienes y a donde vas.
Las dificultades y dureza de una existencia no son la contrapartida sistemática de una deuda que haya que pagar a lo divino. Lo divino no reclama ni contabiliza nada. Lo Divino es el Centro que día a día crece en ti. Ya es hora de que el pago de la deuda deje lugar al aprendizaje de las lecciones. Se trata de no juzgarse a si mismo ni a los demás. Vivir es aceptar la posibilidad de entrar en todos los callejones sin salida que vayan surgiendo. Medita y comprométete en cada uno de tus actos. Retira una mirada acusadora, que envenena, al pasado. Comprende que la vida que has recorrido ha sido la mejor para ti, ninguna otra hubiera sido mejor. Mejor no quiere decir necesariamente agradable. Un brebaje amargo puede ser bueno para ti. Bueno significa adecuado. No seas duro contigo mismo.
Miedo a mirar de verdad al fondo de mi corazón, miedo a comprender quién soy, cual es la esencia de mi ser, miedo a comprender lo que quiero de verdad, y sobre todo, miedo a levantarme para no ser nunca más víctima de la vida, miedo a dejar de definirme por mis frustraciones y mis pequeñeces. Todos nosotros somos herederos de lo Eterno. De lo único que somos culpables es de haber olvidado ese regalo.
Lo que llamáis el mal, yo lo llamo adormecimiento del alma. No hay nada peor que para un alma que dormir hasta el punto de olvidar su verdadero nombre y su camino. Reavivar el recuerdo que permite a cada ser conectar de nuevo y definitivamente con su verdadera identidad. El despertar requiere valor.
Asciende hacia quien eres verdaderamente. El yo que se devora a si mismo no es verdadero. Es un reflejo nada más. Sólo una apariencia de verdad, un sueño. Pasa a través de él, pasa a través de mi. Vuelve tu mirada hacia la infinita Presencia en Ti mismo.
Vacío y Destino
Un cierto vacío es necesario e inevitable en un momento dado de nuestra historia personal. Cuando uno se ahoga bajo su coraza porque todo su ser se ve sacudido, no le queda más remedio que salir de su recinto amurallado y cambiar de morada, es decir, cambiar el nivel de consciencia. Lo que tomamos por vacío es sólo un río que hay que atravesar. Es como cruzar una puerta.
Cuando la vida o el destino me empujo al extremo de mi rama, tuve que despegar las alas de mi cuerpo o más bien del alma- y aceptar que el viento se ocupara de mi. Ahora puedo ver al árbol al que pertenece la rama. La vida está siempre al final de la vida. La vida vuelve a plantearse a si misma alimentándose de su propia metamorfosis. Cualquiera que haya sido tu paso en falso o la razón de tu tormento, sabed que todo ha sido necesario. Mi corazón no puede ponerlo en duda. No hay un solo abismo que El no pueda visitar y transformar en una cumbre. Id más allá de vosotros mismos.
La fatalidad no existe, se le confunde con el destino, pero no es más que un reflejo deformado. Lo que se llama fatalidad es un hijo enfermizo de nuestro libre albedrío, el pretexto que invocamos cuando, por debilidad, optamos por estancarnos en lugar de elegir una dirección, por arriesgada que sea.
Injusticias? Intentar comprender por qué la injusticia, o lo que parece como tal, se cruza en nuestro camino. Y a qué apela en lo más profundo de nuestro corazón, y cómo respondemos a ella. Esa es la cuestión. La Vida es eternidad que se busca a si misma en el corazón.
En cuanto a tus descendientes, aunque se hayan alimentado de tu sufrimiento, no los creas encadenados a él. De alguna manera te eligieron con todo lo que eso comporta. ¡Esa es la complicidad entre las almas! Está en todas partes y se manifiesta en todo momento!
Perdónate…corta las raíces de la desgracia. Decídelo hoy mismo. No hay culpa. Sólo es incomprensión, un olvido…Perdona pues a la Ignorancia. Sólo tu puedes hacerlo. Iniciarás así el camino del Perdón global por el que andarán multitud de generaciones futuras. Esa es tu obra.
Hay una inmensidad de vidas en los Absoluto, y no hay una sola que no esté vinculada a otra, a todas las demás. Todas son cómplices y se complementan a lo largo de la Edades. En el curso del Tiempo, alegrías y penas se intercambian sin cesar entre las almas, como si los actores de una gigantesca obra de teatro cambiaran entre sí sus papeles respectivos. Así que tu vida es hermana de la mía. Y mi corazón está tan cerca del tuyo… que vive en comunión con él.
Todos los hombres y mujeres de tierra andan errantes y sufren. Algunas vidas son como una tempestad en un mar encrespado, otras en cambio, son como una escala en una isla risueña. Pero te aseguro que todos son vida de marino en busca del continente definitivo. Y que crees que hay que elegir, agradecer y bendecir más, las escalas de reposo o las travesías agitadas? La esencia de tu corazón sabe la respuesta, aunque su parte externa todavía la rechace…
¿Qué dónde están tus alas? Las veo crecer y crecer, crecen en la infinidad de preguntas que te haces y con las que, sin darte cuenta, has poblado tu vida. El que no se interroga dormita. El que contempla sólo las paredes de la casa de enfrente, no hace sino dar vueltas en su propio campo. Los seres humanos de este mundo se quedan tantas veces perdidos entre sus redes. Entre desesperanzas y pretensiones se han adormecido.
Alégrate tanto de los pasos que has dado en falso como de los más hermosos impulsos, aunque estos hayan sido abortados…porque la vida se teje como una tela. Si el hilo horizontal no se encuentra con el vertical no se forma el tejido. Cuando reconozcas esa verdad la naturaleza sublime de tu tela se revelará en ti, y se revelará a ti.
Textos de «Aquel clavo que clave» -Una exploración del sentimiento de culpabilidad- por Daniel Meurois-Givaudan