Libertad, activismo y espiritualidad

Libertad, activismo y espiritualidad: el mundo en tu corazón (por Gangaji)

Necesitamos libertad social y espiritual para evolucionar conscientemente. Necesitamos ser libres de los límites de los dogmas y las obligaciones sociales (internas o externas) para descubrir conscientemente. Ser libres como seres humanos y espirituales que habitan un planeta con otros seres humanos y también con otras especies. Estamos en un momento crítico, y tenemos la capacidad y la necesidad de examinar la forma en que hemos hech

o las cosas en nuestro pasado humano, individual y colectivo. Debemos decir a veces, la dura verdad sobre lo que ya no funciona, aunque pueda haber funcionado en el pasado. Hemos sido expertos en hacer guerras: nuestra guerra interna, la guerra con lo que es diferente, con lo que es otro, con lo que no estamos de acuerdo. Nuestra tendencia como seres humanos es atacar todo lo que percibimos como una amenaza, tanto en nosotros mismos como en otros. Tenemos el poder de destruir y este poder ahora destruye, este poder de conquista se ha vuelto contra nosotros.

La verdadera invitación espiritual es una llamada a la entrega. Es una llamada a abrir la mente y descubrir la paz. Esta entrega no es pasiva ni activa; es reflexiva. No es opuesta a un punto de vista activista, pero tampoco es adalid de una postura activista. Aún así, el activismo creativo e inspirador surge de entregar los puntos de vista y de la apertura de la mente para un descubrimiento consciente. Para estar dispuestos a descubrir lo que puede ser una respuesta, primero debemos abandonar nuestros prejuicios de cuál es esa respuesta. Si nos aferramos al dogma religioso, político o a los idealismos sociales, seguimos viviendo vidas limitadas por el dogma y el idealismo, con los que nos identificamos.

Hubo un tiempo en mi vida en el que me llamaba a mí misma activista. Era una instructora no violenta en la Alianza Abalone. Estábamos protestando porque querían construir una planta nuclear sobre una falla con riesgo sísmico. Parecía que lo responsable era protestar. Hicimos una protesta no violenta y nos metieron en la cárcel. Pasé diez días en la cárcel. Fue un tiempo realmente valioso pasado con individuos dedicados, y lo atesoré. Pero descubrí que algo me estaba desilusionando. Este descubrimiento fue importante, porque para descubrir la libertad, necesitamos estar desilusionados de nuestras viejas formas de vernos a nosotros mismos y al mundo. Descubrí que en nuestros encuentros de no-violencia había un regocijo en nuestra razón como opositores de nuestros oponentes. Nos estábamos levantando por lo que creíamos que era lo correcto, y eso era algo bueno. ¡Pero también estábamos henchidos de orgullo por lo maravillosos que éramos!

La verdad es que había más placer en el aspecto rebelde del “nosotros contra ellos” de la protesta que en la posibilidad de que quizás la planta no se pudiera construir. Al final se construyó. Descubrir esta actitud (en mí misma y en mis aliados). Me desilusionó porque tenía una noción de que el activismo era realmente trabajar para todos. Sabía que una poderosa planta sobre una falla no discriminaría entre quienes pudiera herir si había un terremoto. Estaba desilusionada, y me retiré del activismo. Cuando me retiré fui juzgada duramente por quienes siguieron comprometidos con la causa. Sintieron que me estaba escabullendo. En un sentido mi sistema nervioso realmente no podía tratar con la guerra, incluso con la guerra por la paz. Fue en ese punto donde mi identidad espiritual comenzó. Creí que estaba huyendo de la dureza del activismo a la dulzura de la espiritualidad. Pero en el mundo religioso/espiritual descubrí el mismo paradigma “nosotros contra ellos”.

Esta dicotomía tiene que ser resuelta antes de que podamos descubrir si el activismo o la retirada del mundo (o una combinación de ambos) es nuestro particular camino. No todo el mundo debe ser un activista o un buscador espiritual. Hay sitio para todos nosotros, puesto que todos estamos aquí, y ni una ni otra cara de la dicotomía necesita sentirse superior o inferior a la otra. Como humanos, generalmente quedamos acorralados en el pensamiento de que deberíamos estar haciendo algo que la gente que admiramos hace, o que hace nuestra familia, o que nuestra cultura dice que es lo correcto hacer. Conozco esto muy bien. Al crecer en el Sur, creía que debía ser como una mujer sureña de mi era había sido entrenada para ser; intenté ser eso y fallé. Era una mentira para mí; no era lo bastante femenina o dócil o bonita. La verdad es que tuve que causar sufrimiento al hombre que se había casado conmigo, creyendo que yo era así (puesto que pretendía serlo), para terminar con esa mentira. De la misma forma, es fácil caer en una vida de activismo o en una vida espiritual sólo porque es el “estilo de vida” subcultural que prevalece.

El guru de Papaji, Ramana Maharshi, fue probablemente uno de los seres más inactivos del planeta. Durante su vida, India estuvo inmersa en una gran agitación. Fue el tiempo de Gandhi que era el epítome del activismo social. Gandhi estaba jugando su parte y Ramana simplemente estaba siendo silencioso. La gente iba a Ramana y le decía: “¿cómo puedes sentarte aquí apartado de todo? Hay gente sufriendo. Deberías hablarles sobre la paz, o ayudarles a deshacerse del yugo de los británicos”. Su respuesta era: “así es como tiene que ser. Soy quien soy.” Cuando Papaji estaba con Ramana, India estaba atravesando por grandes disturbios debido a la división. Papaji era de la parte de India que había sido designada musulmana, y él y toda su familia eran hindúes. Ramana le dijo: “ Ve al Punjab y coge a tu familia”. Papaji le dijo: “El mundo es ilusión. Esto es todo lo que es real. El mundo es sólo un sueño. ¿Por qué debería irme de tus pies? Aquí es donde estoy en paz.” Y Ramana le dijo: “si el mundo es sólo un sueño, ¿cuál es la diferencia? Ve y coge a tu familia”. Fue al Punjab y recogió  a su familia, escapando a tiempo en el último tren. Se dio cuenta de que no hay separación. Descubrió que la paz que se revelaba en presencia de su Amado Ramana, estaba en todas partes.

Realizar que no hay separación es clave, pero hace falta que antes seamos libres para seguir de verdad aquello para lo que tenemos natural afinidad o talento. En un tiempo quise ser bailarina de ballet. Quizás tenía algo de talento como bailarina, pero no tenía lo que hace falta para ser una bailarina de ballet. Habría sido irrealista seguir ese objetivo sólo porque mis padres pensaban que sería maravilloso, o porque las bailarinas llevan unos vestidos bonitos. En cierto punto tuve que ver la verdad: ¿está este cuerpo hecho para eso? La respuesta fue no. Luego descubrí que no estaba hecha para ser una versión idealizada de la mujer sureña. Luego tuve que ver la verdad sobre el activismo: ¿es realmente así, realmente, como quiero vivir mi vida? Era como yo pensaba que debía vivir mi vida, pero ¿era realmente lo que quería? La dura verdad fue que no.

Me enfrenté a un dilema parecido en mi vida espiritual: ¿qué es lo que quiero realmente? ¿quiero la verdad o sólo quiero más estados de éxtasis? Cuando descubrí que lo que realmente quería era la verdad, estuve preparada para encontrarme con mi verdadero maestro. Él me instruyó para parar, para retirarme de todos los conceptos que tenía de lo que es la verdad, el activismo, lo espiritual, de lo que es el mundo, lo que soy yo, lo que eres tú, y para permanecer con lo que queda cuando todo se descarga. Para dejar entrar al mundo en mi corazón realmente, en lo más profundo, en el sentido más verdadero, tuve que estar dispuesta a abandonar todo lo que pensaba del mundo como la versión mental, emocional y de experiencias,  que tenía de él. De estar con mi maestro obtenía la libertad para preguntarme a mí misma si realmente estaba hecha para ser la idealización de cualquier cosa. La liberadora respuesta fue no. Con esa respuesta pude descubrir para lo que estaba hecha: ser libre de todas las idealizaciones. Son sólo nuestras creencias las que nos separan, y sin ellas, incluso por un momento, descubrimos que el mundo ya está vivo en nuestros corazones. Entonces tenemos la elección de abrirlo a todo ello más completamente,  para retirarnos de ello o seguir estando en guerra  de diferentes formas.

Nuestros conceptos del mundo nos tiranizan. No estoy sugiriendo que dejes tus conceptos del mundo en tu corazón, sugiero que puedes abandonar todos los conceptos, especialmente el del mundo como lo piensas. Ve un paso más allá de tus pensamientos, y descubre entonces lo que  ya está en tu corazón, en el núcleo de ti mismo, la parte más profunda de ti, sin lo que no habría tú.

Te invito a retroceder de tus pensamientos del mundo para descubrir lo que queda cuando abandonas todos los pensamientos sobre el mundo. Entonces, si el mundo reaparece, se descubre que es uno y lo mismo  con lo que se descubrió cuando no había mundo. Cuando dejas entrar lo que es verdad en tu corazón, te das cuenta de que es tu corazón lo que es verdad. Te das cuenta de que el mundo no está separado de eso.
Por eso estamos aquí. Esta es nuestra oportunidad. Si eliminamos el dogma tanto de nuestra vida religiosa , como de nuestra vida activista/política, nos quedamos con un ver sin prejuicios. Si no estamos constreñidos por lo que debería o no debería ser, podemos decir la verdad sobre lo que apoyamos, sobre lo que queremos para nosotros mismos y para toda la humanidad.

¿Qué queremos para  nuestro planeta, para nuestra comunidad? Si lo que quieres es paz y cooperación y amor, y si estás realmente dispuesto a no saber cómo se llevará a cabo eso, entonces tu mente estará abierta para descubrir.

Gangaji (born in Texas)

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