El amor no exclusivo: el eterno triángulo

Las relaciones triangulares son una dimensión arquetípica de la vida humana. De una forma u otra, nunca escapamos de ellas. De hecho tendemos a manejarlas bastante mal cuando aparecen en nuestras vidas. Esto es comprensible, porque los triángulos normalmente evocan emociones dolorosas, sin importar en qué lugar del triángulo nos encontremos. Tendremos que hacer frente a emociones como celos, o vivir con la sensación de ser deshonestos, o estar haciendo daño a alguien, y además sentirnos un fracaso.  Las emociones implicadas en relaciones triangulares son a menudo angustiosas, difíciles, y a menudo nos encontraremos intentando culpar a alguien de la presencia de un triángulo en nuestras vidas. Bien nos culpamos a nosotros mismos o bien culpamos a una de las otras dos personas. Pero los triángulos son en efecto arquetípicos y, si tenemos alguna duda sobre su universalidad, sólo tenemos que leer la literatura de los últimos tres mil años. Todo lo arquetípico nos regala un mundo de pautas con un sentido y un inteligente desarrollo interno. Hay algo en la experiencia del triángulo que puede convertirse en uno de nuestros más poderosos medios de transformación y crecimiento, a pesar de lo doloroso que es. Nos produce algo que potencialmente puede ser de enorme valor.

 Nada acontece en nuestras vidas si no está conectado de alguna forma con nuestro viaje individual. Esto no implica culpa o causalidad, pero sí un profundo significado que puede ser transformador para todo individuo dispuesto a buscar ese sentido. Cuando un triángulo acontece en la vida de uno, es por algo. Si elegimos reaccionar únicamente con rabia y amargura, es nuestra elección. Pero podríamos elegir hacer del triángulo un trampolín para una auténtica búsqueda psíquica. Difícil porque la experiencia de humillación revive  mecanismos de defensa de la infancia. Requiere moverse desde esas respuestas primarias a una perspectiva más neutral. Hay muchos tipos de triángulos, y no todos implican una relación sexual adulta. Aunque nos limitásemos a los sexuales, veríamos con diferentes variedades. Los triángulos sexuales no siempre están hechos del grandioso material dramático de Tristán e Isolda. En algunos triángulos amorosos adultos, las tres partes son fijas, una pareja y una tercera persona involucrada con uno de la pareja, y no hay  movimiento en el triángulo. Es estático y puede durar muchos años, hasta que uno de los tres integrantes muere. En otros triángulos amorosos, una de las partes cambia constantemente. Alguien puede practicar adulterio en serie como JFK. Ambas situaciones son triángulos, aunque demos mayor valor romántico a las primeras. Ambas evocarán el mismo espectro de emociones arquetípicas.

Hay muchos tipos de triángulos, los más importantes son los que implican a padres e hijos. Los triángulos también pueden involucrar amistades. Más complejos son los triángulos que implican a compañeros no humanos. Un miembro de la pareja puede sentirse celoso y traicionado por la dedicación del otro al trabajo, al arte o al desarrollo espiritual. Estos triángulos pueden provocar exactamente los mismos celos que los de los de tipo sexual. Cuando uno se adentra en un espacio creativo, n acto de amor, de alguna forma ha «abandonado» a la persona con la que vive, y esto puede crear celos en uno de los miembros de la pareja. Si uno ama su propio trabajo, esto puede ocasionar unos celos tremendos. Hay incluso triángulos que involucran a mascotas. Una persona puede sentirse muy celosa y abandonada porque su pareja está profundamente unida a su gato o perro. Aparentemente estos diferentes tipos de triángulos no tienen relación entre sí. Tienen en común es que están formados por un tipo de amor, que, en un triángulo, deja de ser exclusivo. Y cuando tenemos que compartir el amor de alguien, ya sea con otra persona o con algo intangible, como la imaginación o el espíritu, podemos sentirnos traicionados, degradados y desconsolados.

 Algunas personas experimentan sólo una de las tres partes a lo largo de su vida, mientras que otras experimentan las tres. El “traidor” es la persona que aparentemente elige activar el triángulo. «Aparentemente» porque no siempre se puede estar seguro de cuán consciente es esta elección, como tampoco se puede estar seguro de cuánta connivencia existe entre el traidor y el traicionado. Lo que sea lo que esté actuando bajo la superficie es un alma dividida. Hay un amor, atracción o necesidad por dos cosas diferentes.  La mayoría de nosotros da por hecho que el amor debería ser exclusivo, aunque en un nivel consciente profesemos una perspectiva más liberal. A causa de los valores de nuestra herencia Judeocristiano, nos han educado para creer que si nuestro amor no es exclusivo, no es amor, y entonces ya no somos «buenas» personas. Hemos fracasado, o bien somos egoístas e insensibles. Por este motivo, cuando experimentamos esta profunda división interna, nos cuestal hacerle frente.

La siguiente parte del triángulo es el traicionado, que aparentemente es la víctima inocente de la incapacidad del traidor para amar de forma exclusiva. También aquí he utilizado el término «aparentemente» porque, una vez más, puede haber alguna duda sobre la complicidad inconsciente que se juega en este rol. Las tres partes del triángulo son secretamente intercambiables. No son tan diferentes como pueden parecer a primera vista. Pero el traicionado cree que él o ella es leal, y que es la otra persona la que está siendo desleal. Es otra persona la que ha iniciado el triángulo. Pensamos que el traicionado es quien peor lo pasa de los tres, porque es la persona que generalmente exterioriza emociones: dolor, celos, humillación. Como tercera parte del triángulo, está el instrumento de la traición. Es la persona que aparentemente entra en una relación ya existente entre dos personas. A veces recibe poca comprensión por parte de aquellos que tienen relaciones estables y que sienten el viento frío de su posible futuro. Hablamos de miedo o de amor ? Podemos empezar a vislumbrar la identidad secreta entre estas partes del triángulo.

Siempre necesitamos preguntarnos porqué queremos estar tan terriblemente cerca de uno de los padres en particular. ¿Qué significa ese padre para nosotros? ¿Por qué podemos enfrentarnos a la indiferencia de uno de los padres y sin embargo necesitamos la fusión absoluta con el otro? Al final encontraremos trozos de nuestra propia alma labradas en todas las partes del triángulo – cualquier triángulo, motivado por dinámicas familiares, poder, mecanismos de defensa o lo mencionado anteriormente. Hay excepciones, porque siempre hay excepciones a cualquier pauta psicológica. Pero lo más importante es que, cuando un triángulo aparece en nuestras vidas, independientemente del lugar en el que nos coloquemos, hay algún mensaje en él acerca de las dimensiones de nosotros mismo.

 La gente se vuelve manipuladora porque están aterrorizados de perder al objeto de su amor. Consideran a ese objeto amoroso asociado a su supervivencia, y creen que la manipulación o amenaza es el único camino posible para asegurar la continuidad de la relación. La perspectiva arquetípica puede ayudarnos a ver las cosas de otra manera. Hay una diferencia entre el dolor ciego y el dolor que va acompañado de entendimiento. Este último tiene un efecto transformador. Cuando no hay consciencia, los temas tienden a repetirse a sí mismos – diferentes personajes, mismo guión. Si un problema interno no ha sido resuelto, las mismas pautas de conducta empezarán a emerger en la nueva relación. La compatibilidad puede ser mayor con otra pareja, pero uno todavía debe tratar con su propia psique. Pero algunos triángulos son realmente transformadores. Acaban con un viejo patrón de conducta, y la nueva relación es  mucho más feliz y más satisfactoria. O el triángulo sirve al propósito de liberar energía, liberar potenciales internos, incluso si la antigua relación se restablece, o se acaba por no estar con ninguna de las partes, todo ha cambiado.

En los triángulos las personas tienden a proyectar elementos de sí mismos sobre el otro. Puede haber una fuerte resistencia al cambio. Así que cualquier cosa que esté buscando expresión desde dentro va a volver a casa de nuevo. La energía psíquica se libera, ya sea a través de la muerte o de la renuncia voluntaria a una persona. El tempo de todo esto no es casual. En una, dos o incluso tres de las partes, los problemas inconscientes han llegado finalmente a un punto desde el cual pueden ser integrados.  Cuando hagamos esto, las proyecciones empiezan a volverse conscientes. Quien condena puede optar por el perdón, que sólo puede venir de un reconocimiento de la propia complicidad dentro del triángulo -cualquiera que sea el papel de uno- y la aceptación de las propias proyecciones. Sólo parece emerger de algo que ha sido genuinamente integrado en uno mismo. El proceso total es transformador. Lo único que podemos hacer es trabajar para integrar lo que pertenece a nuestra propia alma. Tenemos que encontrar nuestra propia forma de vivirlo.

Por Liz Greene PhD.  (Dra. Psicología y astropsicóloga internacional)

Se recomienda completar esta lectura con la muy recomendable siguiente lectura: Relación de pareja y realidad

 

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