El círculo vicioso del amor inmaduro

85271577Sólo cuando estás dispuesto a amar tanto como deseas ser amado, sólo cuando deseas el amor en una forma sana y madura, el amor estará cerca.

Atribuimos a otros y con ello justificamos nuestra actuación.  Considerar que los demás presentan un nivel ético deficiente nos lleva a aceptar nuestra propia conducta inadecuada. Nos excusamos en los fallos del otro que muchas veces son más temas propios no reconocidos.

Los berrinches infantiles pueden continuar interiormente en el adulto sin límite de edad y pueden desaparecer sólo cuando se cobra conciencia del círculo vicioso. Cierta gente pueden simplemente hacerle la vida difícil a quienes les rodean o a alguien en particular. Con su infelicidad esa gente constantemente le impone dificultades a los demás buscando forzar su propia voluntad y su necesidad infantil compulsiva de alcanzar la utopía del amor y del cuidado perfectos. Esto puede suceder en diversos grados. A veces es muy obvio, pero otras veces es mucho más sutil y oculto. Lo explicamos en  este artículo para ver las raíces que deben ser tratadas.

Lo que la gente suele decir cuando cae en ese tipo de conducta es: «Soy infeliz, sabes. Debes cuidarme. Tienes que amarme.» Es un berrinche sin las manifestaciones exteriores del niño. El hecho de que esa hostilidad pueda en ocasiones salir a la luz durante la infancia no necesariamente significa que no será reprimida más tarde. Son personas que creen que la vida les debe algo,  y lo traducen en que los otros les deben dar lo que ellos no dan -al menos en parecida proporción- al otro, les deben dar amor y todos lo demás, una presión insana, y les deben hacer felices, lo que es imposible, al ser tarea propia. Se convierte en un amor exigente que descompensa el dar y el trato en la relación, y/o se victimiza: se carga o culpa al otro en base a alguna «razón» o algo del pasado que nos guardamos como constante arma arrojadiza , para demandarle eterna compensación: ”Tu tienes que hacer o me debes dar…”.

Atribuimos a otros intenciones, afectos o conflictos y con ello justificamos nuestras actuaciones.  Considerar que los demás presentan un nivel ético deficiente nos lleva a aceptar nuestra propia conducta inadecuada. Quien falta a la verdad o difunde rumores, o el egoista, se escudan pensando que todos los demás mienten, cotillean o son egoistas. Nos excusamos en los fallos del otro que muchas veces son proyección de nuestras sombras propias no reconocidas. En este circulo vicioso que explicamos después, encontramos personas que tienden a ver en el otro o en los demás lo que no reconocen en si mismos (proyección). Esto se corrige con una sana autocrítica. La proyección es causa de errores de juicio, la versión virtuosa es la empatía que sana.

El círculo vicioso del amor inmaduro es algo que opera hasta cierto grado en cada alma humana. La mayoría del tiempo vive en el subconsciente, aunque algunas partes del círculo pueden ser conscientes. Es importante que sigas el círculo hasta que lo descubra por completo, pues de otro modo no podrás romperlo. Estas palabras no se dirigen tanto a la mente consciente, al intelecto como al nivel del sentir en donde existe este círculo. Aunque seas consciente de algunas partes del círculo, úsalo para buscar las otras partes  de las cuales aún no te has percatado . Esto no será muy difícil pues muchos de sus síntomas mostrarán fácilmente que, aún siendo inconsciente, un círculo de este tipo vive dentro. No interpretes estas palabras como si quisieran decir que conscientemente piensas y reaccionas de acuerdo con este círculo vicioso; date cuenta de que está escondido. Dependerá de ti el cobrar conciencia de esa reacción en cadena mediante tu trabajo en este camino de autodescubrimiento y de autodesarrollo. Tomar conciencia de estas corrientes ocultas te dará la libertad y la victoria.

La mayor parte se da cuenta de que en todas las personas existe una manera ilógica de pensar, de sentir y de reaccionar, aun cuando conscientemente uno use una lógica mejor. El círculo vicioso comienza en la infancia, cuando se forman todas  las imágenes. El niño es un ser desvalido, necesita que cuiden de él, no puede ponerse de pie, no puede hacer decisiones maduras, no puede estar libre de motivaciones débiles y egoístas. De modo que el niño es incapaz de sentir un amor no egoísta. El adulto maduro crece hacia ese amor siempre y cuando toda la personalidad madure armoniosamente, siempre y cuando ninguna de las reacciones infantiles se quede oculta en  el inconsciente. Si sucede esto, sólo parte de la personalidad crece,  mientras que la otra parte —y por cierto una muy importante— no madura. Hay muy pocos adultos cuya madurez emocional sea del mismo nivel que su madurez intelectual

El niño desea amor exclusivo: El niño entra en contacto con un entorno, relativamente imperfecto, que hace surgir sus temas internos. En su ignorancia, el niño desea un amor profundo exclusivo que no es humanamente posible. El amor que quiere es egoísta: no desea compartir el amor con otros, con sus hermanos y hermanas o ni siquiera con el otro padre. El niño a menudo está inconscientemente celoso dé los padres. Pero si los padres no se aman entre ellos, entonces el niño sufre aún más, Así que el primer conflicto surge de dos deseos contrapuestos. Por un lado, el niño quiere clamor exclusivo de su padre y de su madre; por otro lado, sufre si los padres no se aman entre ellos. En resumen, el amor exclusivo que el niño desea tanto, nunca puede ser gratificado. Más aún, cuando el niño ve que las cosas no son como las desea, eso lo toma como una «prueba» adicional de que no lo aman lo suficiente.

Esta frustración hace que el niño se sienta rechazado, lo cual causa resentimiento, hostilidad y agresión. Ésta es la segunda parte del círculo vicioso. Ese amor que no puede ser gratificado así causa conflicto con la gente que uno ama más en el mundo. El hecho de que el resentimiento exista hacia la persona que uno ama más, crea un importante conflicto en el subconsciente, que es en donde se encona. Este odio causa culpabilidad, pues al niño se le enseña desde muy temprano que es malo y equivocado odiar a alguien, especialmente a sus propios padres, a quienes se debe amar y respetar. Es esta culpa, que permanece viviendo en el subconsciente, lo que causa en  la personalidad adulta un sin número de conflictos externos e internos. Así que mientras la gente no decide descubrir qué hay oculto en su subconsciente, desconoce completamente las raíces de esos conflictos.

Miedo al castigo, miedo a la felicidad: Esa culpa tiene una reacción posterior inevitable, El sentimiento de culpa hace que el inconsciente del niño diga «Merezco ser castigado«. De modo que surge en el alma el miedo a ser castigado, el cual la mayoría de las veces es inconsciente. Sin embargo, las manifestaciones pueden ser vistas en  diversos síntomas, cuyo análisis riguroso nos lleva hacia las reacciones en cadena. Junto con ese miedo al castigo se instala una nueva reacción: cuando uno está  contento y disfruta del placer, a pesar de que eso es un deseo natural, siente que no se lo merece. La culpa de odiar a quienes más ama convence al niño de que no es merecedor de nada bueno, alegre, o placentero. El niño siente que si alguna vez llega a ser feliz, el inevitable castigo será aún peor. Así que inconscientemente el niño evita la felicidad, pensando que de ese modo evita un mayor castigoEsta actitud crea situaciones y patrones que parecen destruir siempre lo que uno más ha deseado en la vida.

Este miedo a la felicidad lleva a la persona a todo tipo de reacciones no sanas, a síntomas,  esfuerzos, manipulaciones de sus emociones e incluso a acciones que indirectamente crean patrones que aparecen como si se tratara de cosas involuntarias, sin que la persona sea responsable de ellas. Así, surge un nuevo conflicto. Por un lado la persona desea profundamente la felicidad y la satisfacción y, por el otro, el miedo a la felicidad prohíbe la satisfacción. Aun cuando el deseo de felicidad nunca puede ser erradicado, sin embargo, debido a ese oculto sentimiento de culpa, mientras más desea uno la felicidad, más culpable se siente.

Pero a partir del miedo al castigo y del miedo de no merecer la felicidad se crea una reacción aún más complicada. La mente inconsciente piensa; «Tengo miedo de ser castigado por los demás, aunque sé que lo merezco. Es mucho peor ser castigado por los demás, pues en ese caso estoy a su merced, ya sea que se trate de gentes, del destino, de Dios o de la vida misma. Pero tal vez si me castigo yo mismo al menos puedo evitar la humillación, el desamparo y la degradación de ser castigado por fuerzas exteriores a mí mismo.» Estos conflictos básicos de amor y odio, de culpa y de miedo al castigo, existen en cada ser humano. El deseo compulsivo del autocastigo debido a conclusiones erróneas e ignorantes existe en cierto grado en todos los seres humanos.  Así, la persona llega a castigarse a sí misma. Lo cual puede suceder de diversas maneras, ya sea mediante la enfermedad física producida por la psique, o a través de desgracias, dificultades, fracasos o conflictos en cualquier área de la vida. En cada caso el área afectada depende de la imagen personal que el niño ha formado y llevado a lo largo de su vida hasta que la descubre y disuelve. Así, si existe una imagen relacionada con la profesión, por ejemplo, se verá fortalecida por el inherente deseo de autocastigo de modo que la persona enfrentará constantes dificultades en este aspecto de su vida. Y si, en cambio, existe una imagen relacionada con el amor y la vida marital, el mismo patrón funcionará también en este caso.  Así, si cuando no tienes éxito para satisfacer un deseo consciente y legítimo, mirando tu vida descubres el patrón de que la satisfacción de ese deseo ha estado constantemente frustrada, como si no tuvieras nada que ver en el asunto (como si te hubiera caído encima un inmerecido destino), puedes estar seguro de que no sólo hay una imagen y una conclusión errónea dentro de ti, sino de que, además, la necesidad del autocastigo también está presente.

Otra reacción en cadena, más adentro de este círculo vicioso, es el desgarramiento de la personalidad respecto de sus deseos. El desgarramiento original entre amor y odio, el cual inició el círculo vicioso, provoca otros desgarramientos, tal como lo pueden ver claramente hasta ahora. Uno de esos sentimientos conflictivos es la necesidad de autocastigo, junto con la cual coexiste el deseo de no ser castigado. Así que una parte oculta de la psique dice: «Tal vez me pueda escapar de esto. Tal vez logro expiar de otro modo mi enorme culpa por odiar.» Esta expiación imaginaria es algo así como un regateo.

Dos conciencias: Puedes sobreponerte a algo sólo si logras sacarlo a la luz. Los errores reales pueden ser expiados por esa conciencia artificial y sobredemandante; en realidad nadie tiene por qué ser castigado. La manera de eliminar errores reales es diferente y más constructiva. Cuando logres diferenciar entre estos tipos de conciencia habrás dado un gran paso hacia adelante.  La segunda conciencia compulsiva realiza exigencias que son imposibles de satisfacer. ¿Qué  sucede cuando no puedes alcanzar esas metas? Inevitablemente resulta un sentimiento de imperfección y de inferioridad. Puesto que no sabes que los ideales de tu conciencia compulsiva son irracionales, irreales e imposibles de alcanzar, y puesto que, detrás de tu pared separadora, crees que los otros tienen éxito mientras que tú eres el único que no, así que te sientes completamente aislado y avergonzado, con tu secreto de culpabilidad no sólo por odiar, sino por tu incapacidad de cumplir con la imagen ideal que te has creado de cómo deberías ser.

La segunda conciencia es motivada por la debilidad y el temor. Es demasiado orgullosa para darse cuenta de que simplemente no puedes ser así todavía. También es demasiado orgullosa para aceptar la realidad. Entonces, debes sentirte inferior porque no eres capaz de vivir de acuerdo con esos elevados ideales. Todos los sentimientos de inferioridad de la naturaleza humana pueden reducirse a este común denominador. Mientras este hecho no es  sentido y experimentado, no puedes abandonar los sentimientos de inferioridad. Tienes que descubrir este círculo vicioso y ver su falta de razón, vivir las emociones que te condujeron a crearlo. Entonces podrás romper la reacción en cadena eslabón por eslabón.  y crear nuevos conceptos dentro de tu ser emocional.

No importa qué  racionalizaciones uses para explicar tus sentimientos de inferioridad. Los demás tal vez sean más exitosos que tú en ciertos aspectos, pero eso no puede hacerte inferior. Sin tus ideales artificialmente elevados, no sentirías la necesidad de ser mejor o al menos tan bueno como los demás en cada aspecto de tu vida. Podrías aceptar tranquilamente el que otros hagan las cosas mejor en ciertas áreas de la vida mientras que tú tienes otras ventajas. No tendrías que ser tan inteligente, tan exitoso, tan hermoso como la demás gente.  ¡Esto nunca es la verdadera razón de ser de sus sentimientos de inferioridad! Esa verdad es puesta en evidencia por el hecho de que a menudo vemos a la gente más brillante, más exitosa y más hermosa tener peores sentimientos de inferioridad que otros que son menos brillantes, menos exitosos o menos hermosos.

Perpetuación de la imperfección  y la inferioridad

Esa imperfección e inferioridad sirven para cerrar aún más el círculo vicioso. Una vez más, tu pequeña voz inconsciente argumenta: «He fracasado. Sé que soy inferior, pero tal vez si pudiera recibir una gran cantidad de amor, respeto y admiración de los demás, eso se sentiría como si recibiera la satisfacción que originalmente deseaba y que no me fue dada en ese entonces, lo cual me llevó a odiar y crear todo este círculo. La admiración y el respeto de los demás seria también una prueba de que tenía razón, pues es posible recibir ahora lo que mis padres me negaron. Eso también mostraría que no soy tan poco valioso como lo sospeché cuando empecé a fallar en el intento de vivir de acuerdo con los ideales de mi conciencia compulsiva.» Obviamente que estos pensamientos nunca son razonados de manera consciente, aunque esa sea la manera en que argumentan las emociones debajo de la superficie.

Así que el círculo se cierra en donde empezó y la necesidad de ser amado se convierte en algo mucho más compulsivo de lo que fue originalmente. Todos los diferentes eslabones de la reacción en cadena refuerzan esa necesidad. Además, siempre existe la sospecha de que el odio era injustificado —lo cual así era, pero de manera diferente. La persona siente en su inconsciente que si ese amor no existe en absoluto,  entonces el niño tenía razón, y sus padres o quien quiera que sea que no le dieron amor, estaban equivocados. Así el deseo de amor se hace cada vez más compulsivo y tenso. Puesto que esa necesidad nunca puede ser  satisfecha —y mientras más aparente se vuelve esto, más crece la culpa— todos los eslabones subsiguientes en el círculo vicioso se hacen peores y peores a medida que avanza la vida, creando cada vez más problemas y conflictos.

Sólo cuando deseas amor en una forma sana y madura y sólo cuando estás dispuesto a amar tanto como deseas ser amado, el amor estará cerca.

Recuerda que la personalidad en la cual este círculo vicioso es muy fuerte nunca puede tomar ese riesgo mientras continúe deseando un amor inmaduro e infantil. Mientras no pueda arriesgar nada por el amor, no sabe cómo amar de manera madura. El niño no tiene por qué tomar ese riesgo, pero el adulto sí. El niño interno tiene sólo el deseo inmaduro de recibir amor, quiere ser amado y querido, cuidado y admirado, incluso por gente a la que él no tiene ninguna intención de amar. Y con la gente que sí está dispuesto a amar, de todas maneras la proporción entre su disposición para dar y su necesidad compulsiva de recibir es muy desigual.

Debido a esta inseguridad básica, un esquema de este tipo no puede funcionar. Cuando inviertes libremente  puede ser que no recibas a cambio el amor que has dado de manera directa de la misma fuente en la cual lo invertiste; sin embargo, posteriormente fluye hacia ti, esta vez dentro de un círculo virtuoso. Lo que tú des volverá hacia ti, siempre y cuando no des por debilidad, con la intención de probar algo. Si las motivaciones del amor limitado que das tienen una base inconsciente dentro del círculo vicioso,  nunca podrás recibir amor a cambio de lo que das. El amor que deseas de la manera equivocada pensando que eso te hará estar bien no es ninguna respuesta. En otras palabras, estás buscando un remedio que no puede curar tu enfermedad, de modo que tu hambre de amor continuará igual, nunca saciada. Es como un pozo sin fondo. Así es como se cierra el círculo.

Romper el circulo: es descubrir este círculo dentro de ti, experimentarlo, en especial en lo que se refiere a dónde, cómo y en relación con quién vive dentro de ti. Todo esto debe convertirse en una experiencia personal antes de que logres romper el círculo. Si dejas que tu relación con el círculo sea sólo un conocimiento intelectual, sin conectar con el sentir, será limitado. Identificar los diferentes puntos de este círculo en tus emociones. Una vez que descubras este círculo en tu trabajo personal, podrás romperlo, pero sólo una vez que hayas tomado conciencia de dónde están las premisas equivocadas. Tendrás que ver que el niño que fuiste tenía justificadamente ciertos  sentimientos, actitudes, necesidades e incapacidades, pero que actualmente ya son obsoletas. También tienes que aprender a comprender tus emociones negativas.

Debes descubrir en dónde se desvían tus tendencias emocionales, tus demandas y deseos de tu conocimiento consciente. Es posible que sepas perfectamente, que uno debe dar amor sin esperar nada a cambio. Pero en tus emociones, se desvían de ese conocimiento. La discrepancia debe ser hecha completamente consciente antes de esperar romper el círculo vicioso. Una vez que hayas comprendido e integrado esto, y después de que hayas visto la irracionalidad de ciertas emociones que hasta ahora tienes escondidas, sólo entonces podrás empezar a cambiarlas, lenta y gradualmente. No esperes que cambien en el momento en que entiendas su falta de  racionalidad. Al enfrentarte con esas emociones—con su ignorancia, su egoísmo y su inmadurez— sin sentir vergüenza y aplicándoles tu conocimiento consciente, atrapándote en cada ocasión en la que vuelvas a caer en tus viejos malos hábitos emocionales, tu subconsciente cada vez te revelará más y más conclusiones erróneas. Cada acto de reconocimiento te ayudará a avanzar en el rompimiento de tu círculo vicioso personal. Así te irás volviendo libre e independiente.

El alma humana contiene toda la sabiduría y toda la verdad que necesita. Pero todas esas conclusiones equivocadas la cubren. Al tomar conciencia de ellas y trabajarlas, punto por punto, finalmente alcanzarás la meta de desenvolver tu voz interior de sabiduría, la cual te guía de acuerdo con la conciencia, de acuerdo con tu plan personal. Cuando tus reacciones internas y externas violan las leyes del alma te separa del restablecimiento del orden y el equilibrio dentro de tu vida.

Pueden llegar situaciones que parecen castigos, cuando en realidad son el remedio que te hace volver al carril correcto. Siempre, y en cualquier lugar que te desvíes, se restablecerá el equilibrio, así que a través de tus dificultades podrás finalmente llegar al centro desde donde debes cambiar tu dirección interior.

Cambiarás, no necesariamente en tus actitudes exteriores y conscientes, pero sí en tus demandas y objetivos infantiles.

Así que, mis queridos amigos, realicen el trabajo de atravesar ese círculo vicioso y experimenten cómo actúa en su vida personal. Si es necesario busquen ayuda en ese camino.

¿Qué sucede con un niño cuyo odio y hostilidad se expresan exteriormente? ¿Tendrá ese niño un sentimiento de culpa?

Los mismos berrinches pueden continuar interiormente en el adulto sin límite de edad y pueden desaparecer sólo cuando se cobra conciencia del círculo vicioso. Cierta gente pueden simplemente hacerle la vida difícil a quienes les rodean o a alguien. Con su infelicidad esa gente constantemente le impone dificultades a los demás buscando forzar su propia voluntad y su necesidad infantil compulsiva de alcanzar la utopía del amor y del cuidado perfectos. Esto puede suceder en diversos grados. A veces es muy obvio, pero otras veces es mucho más sutil y oculto.

Lo que la gente suele decir cuando cae en ese tipo de conducta es: «Soy infeliz, sabes. Debes cuidarme. Tienes que amarme.» Se convierte en un amor exigente o desigual en el dar y recibir y/o que se victimiza con algo del pasado y proyecta en el otro sus propias carencias, para demandarle eterna compensación: ” tu me debes dar” y se descompensa la igualdad de trato en la relación. Es un berrinche sin las manifestaciones exteriores del niño. El hecho de que esa hostilidad pueda en ocasiones salir a la luz durante la infancia no necesariamente significa que no será reprimida más tarde.  Hay personas que aguantan estas actitudes desde conductas sumisas o de miedo, con elevado coste personal. .      (E. Pierrakos F. Patchwork)

 

(Ver más artículos complementarios sobre el amor y las relaciones:  en  Relaciones)

1 comentario en “El círculo vicioso del amor inmaduro”

  1. Muy buenas,
    me gustaría saber quién escribió este artículo para agradecérselo desde el alma.
    Puedo sólo imaginar cuanto aprendió escribiéndolo.
    Gracias, de verdad.

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