Muchas personas se bombardean continuamente con pensamientos negativos: “no puedo hacer esto, esto no es para mí, soy débil, debo esconderme porque quien soy es malo, el mundo no es un lugar seguro, probablemente esto saldrá mal”, etcétera. ¿Cómo sucedió esto? ¿Por qué hacemos esto? La razón de esta conducta auto destructiva es que todos nosotros tenemos en algún punto, sea en esta vida o en otra, un trauma. Los traumas son experiencias negativas que son tan intensas que nuestra personalidad no puede manejarlas; una parte de nuestra percepción se ‘congela’ y se mantiene atascada en el tiempo.
Alguien quien experimentó la ocupación de su país por una guerra. La gente era arrestada en las calles y súbitamente desaparecía. Había una amenaza continua de violencia y nadie se sentía seguro. La personalidad sufrió intensamente del temor aplastante y no podía reconciliarse con la situación por el resto de su vida. Una parte de esta persona se traumatizó y quedó atascada en el tiempo, atascada en la realidad de la guerra y le sigue enviando mensajes a la personalidad actual como si estuviese todavía en la guerra: ‘la vida es peligrosa, hay mucha violencia allá fuera, no puedes confiar en nadie, eres impotente’. La personalidad actual no comprende que estos pensamientos persistentes se relacionan con una realidad muy diferente, él simplemente cree en los mensajes y se acostumbra a ver la vida a través de los ojos de la personalidad del pasado traumatizado. Los extraños son vistas con suspicacia, hay una sensación de tragedia y un temor a la violencia de fondo, y la creencia de que es mejor encerrarse en la casa, porque si sales es posible que no regreses.
El trauma actúa como un agujero negro
La parte traumatizada de nosotros es la mayor fuente de temores que sufrimos. Noten que el temor siempre nos dice que hay algo allá fuera que es peligroso, hostil y dañino. El temor les hace enfocarse en el mundo exterior como la fuente de sus problemas, y no en el propio trauma. Cuando alguien que le tiene terror a los perros está en la misma habitación con un perro, toda su atención estará enfocada en el perro, excluyendo todo lo demás. Pero la mayor parte del tiempo el perro no es el problema, el asunto real es su temor a los perros. Si se mantienen enfocados en lo externo a ustedes, su percepción se distorsiona. Se enfocan en aquello a lo que temen y por tanto tienden a verlo en todas partes, su temor exagera el peligro real y ustedes consumen gran cantidad de energía tratando de evitarlo.
Este patrón reactivo crea un círculo vicioso: el temor limita su percepción de la realidad de tal forma que la realidad parece confirmar y justificar sus temores aún más. Cuando leen el periódico atraen su atención automáticamente a las noticias sobre perros que atacan a las personas o que expanden enfermedades contagiosas. Cuando caminan por la calle, los perros les parecen amenazadores, listos para saltar sobre ustedes. Este círculo mantiene prisionera la parte traumatizada de ustedes y esa parte de ustedes no se puede liberar hasta que el círculo se rompa. Una parte traumatizada de la personalidad, atrapada en un círculo vicioso, puede ser vista como un agujero negro dentro de nosotros. Chupa la energía, chupa la luz y nos revierte al pasado, a momentos en el tiempo donde nuestra percepción se congeló y atascó.
Yo tengo un temor innato a viajar. Cuando fui a Francia este verano sentí constantemente que el coche se rompería y vi señales de esto en todas partes. Justo antes de partir el cinturón de mis pantalones se rompió, una señal aciaga, pensé. Por el camino noté coches apartados de la carretera por todas partes. Cuando estábamos descansando en un lugar de parqueo pensé que veía trazas de aceite bajo nuestro coche. En la pizarra del coche apareció una luz que nos decía que debíamos entrar a un garaje a cambiar el aceite de la caja de cambios (luego se vio que era un error de la computadora en la pizarra). En otro momento noté algunas herramientas en la parte trasera lo que entendí como señal de que el coche necesitaba reparación. Etcétera.
Durante el viaje decidí ir a mi hueco negro interior. Vi a un hombre tendido a un lado en la carretera y solamente podía ver su espalda. Al acercarme me sorprendí: vi su cara y sus ojos habían sido acuchillados. Él estaba lejos de su hogar y la gente allí no confiaba en él y le habían hecho esto. El murió pensando en su hogar queriendo no haberlo abandonado nunca.
En el pasado casi no viajaba ni manejaba un coche. Pensé que tenía buenas razones para este comportamiento, pero era inconsciente del hueco negro dentro de mí. Ahora viajo a menudo y los muchos viajes que damos me traen mucha alegría. Por todo el mundo tenemos maravillosos encuentros con personas de pensamiento similar al nuestro y visitamos lugares hermosos.
Tratar el tema con personas que están en un agujero negro, esto es, que tienen una percepción limitada y basada en el temor de un asunto en particular es casi imposible. Cuando tratan, ellos inmediatamente señalan las ‘razones’ innumerables que sostienen su visión. Ellos se niegan a abrirse a la posibilidad de que su temor – y no el mundo exterior – sea realmente el problema. Están convencidos de su temor es provocado por amenazas reales en el mundo exterior y que por tanto es razonable y justificado. Si ustedes no concuerdan con ellos, son ustedes los que están siendo ingenuos: ustedes se niegan a ver lo obvio bajo su nariz. Mientras mayor el temor, más rígidas y firmes las creencias.
Los agujeros negros pueden ser tan poderosos que chupan la personalidad en su totalidad: en tales casos surgirá la paranoia (sospecha extrema). Todo lo que las personas digan o hagan se interpreta de forma negativa lo cual hace imposible la comunicación normal. Se percibe que la amenaza y la conspiración están en todas partes. Los amigos y familiares que tratan de romper el conjuro de sus obsesiones se consideran bajo la influencia de fuerzas malévolas. La persona paranoica se ha aislado y encarcelado dentro de su propia mente.
Hasta cierto punto todos sufrimos de paranoia. Casi todos tenemos un agujero negro respecto a cuestiones particulares que distorsionan nuestra percepción y nuestra relación con los demás.
¿Qué podemos hacer? Comprender que hay un agujero negro dentro de ustedes
El primer paso y el más importante es reconocer que una parte de ustedes se ha traumatizado y les está enviando mensajes que no son los correctos. Cada vez que se den cuenta que sus pensamientos son particularmente negativos, o cuando se sientan desproporcionadamente atemorizados esperando lo peor, prepárense para ir a su interior, al agujero negro y enfrentar la parte traumatizada.
Háganse las siguientes preguntas: “¿pudiese ser que hay un agujero negro en mi interior? ¿Pudiese ser que hay una parte mía traumatizada que distorsiona toda mi visión de la realidad, una parte que me desconecta de todas las cosas buenas y positivas que suceden a mi alrededor? ¿Está mi visión de la realidad y mi actitud hacia la gente basada en el temor y no en el amor?’
Entren al agujero negro no para sufrir, sino para traer luz y amor a esta parte de ustedes. Imaginen la parte traumatizada. Imaginen por ejemplo que es un niño perdido y entiendan que necesita mucho amor y cuidado. Conéctense con este niño, miren a sus ojos y sientan que es lo que necesita para liberar gradualmente el temor.
Cada vez que se encuentren albergando pensamientos negativos, sentimientos oscuros o temores irracionales respecto a la vida, a la gente o a la sociedad, anímense a ir a su interior. Busquen el agujero negro dentro de ustedes: la prisión de la parte traumatizada. Estén presentes como un ángel amoroso, llévenle consuelo, seguridad y luz.
Díganse la verdad a sí mismos El evangelio de Juan dice: “la verdad os hará libres”. Las palabras que son ciertas transmiten enorme poder. La verdad se origina a partir del amor, no del temor. Sientan el amor que está disponible en el universo, sientan el amor de la madre Tierra por la humanidad, sientan el amor dentro de ustedes y enfrenten la parte traumatizada de ustedes desde este amor. Desde esa fuente, formulen un grupo de frases breves y repítanlas en voz alta:
Por ejemplo:
– La vida es buena conmigo. – La Tierra ama a la humanidad y nos ayuda. – La humanidad está despertando y volviéndose más consciente de esta unidad, esta unidad comienza a manifestarse en todas partes.
Decir este tipo de mensajes se convierte en un instrumento poderoso cuando desean liberarse de pensamientos basados en el temor.
Hoy en día hay mucha literatura sobre el ‘pensamiento positivo’. La gente se para delante del espejo y comienza a repetirse mensajes positivos: afirmaciones. Esto tiene sentido solamente si los mensajes son ciertos y son ciertos cuando se basan en el amor.
Antes de comenzar a repetir afirmaciones incansablemente, regresen a la Fuente. Conéctense con el amor dentro de su corazón, y vean qué mensajes surgen de ese pozo. Empiecen por amar y abrazar esa parte traumatizada de ustedes. Las afirmaciones basadas en el temor no funcionan.
Si la afirmación es correcta, no es esencial que la repitan a menudo. ¿Alguna vez han experimentado que alguien ha dicho algo que a ustedes les suena verdaderamente cierto? ¿Fue necesario que este mensaje se les repitiera todo el tiempo? Probablemente no.
Si una afirmación que realmente les parece verdadera se dice en voz alta con la intensidad correcta, no tienen que repetirla. Una vez al día es suficiente.
Sin embargo el primer paso y el más importante en este proceso de tres pasos es el de enfrentar honestamente el agujero negro dentro de nosotros. Tan pronto comprendan que el temor distorsiona su percepción, pueden comenzar a abrazar ese temor con amor, y desde ese amor encontrar afirmaciones que sean verdaderas y efectivas. @ Gerrit Gielen