Papel de la terapia en el crecimiento y la meditación
Los métodos terapeuticos occidentales pueden preparar el terreno para ayudarte a crecer espiritualmente. Preparar el terreno es una necesidad. Esta es la razón de la importancia de las terapias. También porque exista un encuentro entre oriente y occidente. Encuentro que esas terapias son inmensamente prácticas. Llegan hasta un lugar desde donde la meditación puede continuar. Han ayudado a la gente a limpiar su ser, a prepararla para entrar en el templo de la meditación.
Existe un cierto paralelismo, entre parte de la psicoterapia y las tradiciones orientales. En ambos casos, parte importante de la labor del terapeuta o del maestro oriental es desenmascarar el yo/ego de la persona (“máscara”) del participante o discípulo. Coinciden en confrontar lo falso para que podamos darnos cuenta de lo auténtico, de lo real. Aunque para muchos terapeutas lo real queda limitado al mundo práctico y emocional. En ambos, se trata de activar un proceso de toma de conciencia que permita al ser humano darse cuenta de la realidad, y que inevitablemente, pasa en muchos casos por acechar al poderoso “yo/ego”, que bloquea el crecimiento.
Perdemos muchas oportunidades y energía defendiendo lo inauténtico, resistiendonos a rendir el yo. Es similar situación a la de un niño que se resiste a ser curado de una herida para evitar el dolor de la limpieza de la misma. Se llama resistencias en psicoterapia a todo el conjunto de excusas que la persona interpone para evitar trabajar, expresar o mostrar su realidad no aceptada. Todo aquello que utiliza para ocultar, no aceptar o no trabajar su proceso. Entre esas resistencias, una habitual es la proyección, para defenderme ante el “peligro” decido o me creo que el problema es el otro.
En los libros, en la lejanía, es muy fácil, admirar, aceptar al otro. Pero cuando esa misma persona, aparece en tu vida, y la ves de cerca, tu mente es capaz de perderse y crear cualquier disculpa, idea, creencia o excusa para descalificarle y así poder “salvarte” o escapar. Especialmente si como muchas veces es necesario, no nos adula sino que nos confronta y nos pone de cara a la realidad, aunque esto sea incómodo. Es fácil admirar, reconocer y no tener nada en contra de grandes seres en la distancia, como Jesús, Buda, etc…pero si estuvieran cerca y te dijeran cosas sobre ti que no quieres oir, reconocer o aceptar….no te sería tan fácil…y quizás tu mente les echaría abajo con alguna “buena” razón. Comprende por tanto, cuanto te cuesta reconocer a otros que tienes cerca, perdiéndote en las formas, en sus energías o en sus apariencias.
Mucha gente inicialmente admira, reconoce o hasta idolatra a quienes les muestran ciertos caminos, pero después del “enamoramiento” o de la proximidad y de la relación más estable, encuentran algo que consideran erróneo y que les sirve para descalificarlo. La mente condicionada es especialista en crear las “razones” o excusas necesarias para escapar de quienes consideren una amenaza o peligro, algo o alguien que confronte su ego/yo y haga ver lo que no quieren. Entonces aparece el riesgo de la proyección “yo no soy el problema, es él; yo estoy bien, él o eso me amenaza…”. O simplemente se descalifica desde la “razón” o la moral a la otra persona, para que el ego se sienta superior y así poder evitar lo que teme. Sólo es miedo. Sólo el ego se ofende.
No todo el mundo está preparado o dispuesto a este proceso. En los grupos terapeuticos o crecimiento, es decir en presencia de otros, el yo condicionado sigue mostrándose. Cuando el terapeuta llama la atención en la forma o fondo en algún participante, se dan distintas respuestas. Hay quienes tienen el valor de escuchar y reconocer. El viejo yo condicionado se defiende con fuerza para sobrevivir, vía silencio en el grupo o creando excusas o razones para defenderse o proyectarlo. Si esto persiste y aparece aversión dificilmente se podrá ayudar allí. La persona se irá o se mantendrá pasiva en su castillo, quizás compensandolo con mayor relación con miembros del grupo afines.
Es necesario un gran discernimiento, honestidad y sinceridad para poder darse cuenta de ese proceso. Requiere ser objetivo sobre uno mismo, lo que no es fácil. Por eso es tan recomendable la perspectiva que nos puede dar otra persona sobre nosotros mismos. No cualquier persona, no sólo un conocido próximo o íntimo, sino alguien no implicado contigo, un terapeuta o guía, etc, una persona con preparación, práctica y coherencia personal suficiente, incluida la intuitiva, la capacidad de ver más allá de las apariencias.
Hay algo muy fuerte acerca del ser humano…: El hombre es un animal muy extraño. Puedes apreciar a Jesús o a Buda, pero si viene y te confronta, no serás capaz de apreciarle en absoluto – puede que incluso vayas luego en contra suya, puede que te conviertas en su enemigo. ¿Por qué? cuando lees un libro sobre Buda, todo está muy bien, el libro está en tu mano. Pero cuando un buda vivo te confronta, el no está en tu mano – te pone delante la realidad… (Ocean)
De ahí el miedo, resistencia, uno quiere escapar. Y la mejor manera de escapar es la de convencerte de que el está equivocado o de que hay algo malo en él. Ese es el único camino, si te pruebas a ti mismo que el está equivocado. Y podrás encontrar mil y una cosas en un Buda que pueden parecer erróneas. Estás cerrando los ojos, estás ciego y tu mente está confusa y agitada. Puedes proyectar así cualquier cosa. Proyectar es poner en el otro cosas que son tuyas o están en ti. (Ocean)
Soy el primero en emplear la terapia aunque mi interés principal es la meditación. Buda no lo utilizaba porque entonces no exitía tanta necesidad. la gente entonces en Oriente estaba preparada y podías sembrar los rosales sin limpiar el terreno. El terreno ya estaba limpio. En estos veinticinco siglos el hombre se ha cargado, ha nacido tanta maleza en su ser que la terapia es necesaria para para limpiar el terreno, para arrancar la maleza, las raíces, de modo que la diferencia entre el hombre antiguo y el moderno desaparezca. Buda no lo necesito porque la gente entonces era inocente. Pero en esos veinticinco siglos la gente ha perdido su inocencia. La gente ha perdido su conexión con la existencia. Han perdido sus raíces. El hombre moderno ha de ser devuelto a la inocencia, a la naturalidad del hombre antiguo. Ha perdido todas esas grandes cualidades. El terapeuta ha de ayudarle, pero su trabajo es solamente una preparación. No es la meta. La meta final es la meditación.
Existen dos tipos de métodos de crecimiento. Puedes buscar tu crecimiento espiritual tu solo, o puedes trabajar a través de un grupo. La síntesis es la opción relevante. Los métodos de grupo son especialmente recomendables. En muchas personas el yo/ego se ha convertido en un accesorio casi permanente. Es como el respirar. No hace falta provocarlo, esta ahí, es un fenómeno constante. Debido a eso el grupo se convierte en algo muy útil. Dentro del grupo, trabajando en grupo, disolviéndote en el grupo, puedes poner tu yo a un lado. Sentado en grupo, en un grupo de terapia o crecimiento formas parte de una comunidad. Tocandoos las manos, puedes sentir la unidad. Se funden, el ego se disuelve durante unos momentos. La fusión se convierte en algo espiritual. La espiritualidad lo puede usar muy creativamente, se puede convertir en meditación.
En Oriente la gente estaban siempre en sociedad, no solos, han vivido con ella demasiado, y estaban siempre rodeados por personas. Por eso querían ir al Himalaya a estar en silencio, cuando se buscaba la espiritualidad. La sociedad alrededor era demasiada. No estaban hartos de si mismo sino de la sociedad. En Occidente tu puedes estar harto de ti mismo, se es más individualista, hay soledad aún en compañía y quieres algún puente, como comunicarte con los demás, como ir de verdad hacia el otro para olvidarte de ti mismo. Pronto no habrá ni Oriente ni Occidente, sólo habrá un mundo. Aquellos que pueden ver, pueden ver que está ahí. Es necesaria una síntesis de ambos, de grupo e individual. El trabajo en grupo es bueno al menos al principio.
Algunas personas piensan que esto es un astuto lavado de cerebro. Es algo más: es un lavado de la mente, no un lavado de cerebro. No hay nada malo en ello. Una vez que te han “quitado” la mente, te quedarás sorprendido al ver que detrás de tu mente está el auténtico tesoro. El tesoro está detrás de la mente. Ese es tu ser. Poner la mente a un lado, eso es la meditación. Un estado de no-mente. Es quitar la mente y darte una oportunidad de ver, no el reflejo del tesoro de tu ser, sino el tesoro mismo. (Ocean)
La necesidad y eficacia de un enfoque integrador
Del reducido grupo de personas que realmente realizan alguna práctica específica de crecimiento personal, pocos son los que tienen un enfoque holístico, integrador. Me he encontrado muchas personas en cursos y retiros, en el mundo del Yoga y la Meditación, con sincera inquietud y compromiso espiritual pero que bloqueaban su camino al no trabajar, evitar o ignorar su parte emocional, la personalidad, etc –sus heridas o conflictos psicológicos internos- lo que muchas veces es escapismo, miedo o evitación. En otros casos la escisión se producía en lo corporal. Pretender ir a lo “superior” sin a la vez realizar un trabajo suficiente de integración psicoemocional suele no funciona, porque de nuevo estamos negando, reprimiendo o marginando partes esenciales de nosotros mismos. El conflicto subyacente es utilizar la sugerencia de una actitud positiva o elevada, como excusa para ignorar la importancia de observar y hacerse consciente de las sombras que acompañan a la luz.
También he observado que muchas personas que han trabajado profundamente en el área emocional – especialmente con psicoterapia grupal e individual y trabajo corporal- sin embargo, niegan radicalmente, ignoran o marginan aquello que esté relacionado con la transcendencia del ser humano – la dimensión transpersonal o espiritual – en muchos casos lo hacen, por asociación con lo religioso, que no es necesariamente lo mismo. Ambos enfoques son incompletos y de ello se deriva frustración vital. La persona niega algo de sí mismo, y entonces la integración no es posible. Al igual que un vehículo no se puede desplazar eficazmente si una de sus ruedas está frenada, no puede haber un proceso completo en la persona, si alguna de las partes es bloqueada.
El enfoque integrador o enfoque de síntesis consiste en desarrollar un trabajo unificado con la totalidad de lo que somos (físico, mental, emocional y dimensión transpersonal o espiritual como prefiera denominarse). Las personas que hemos profundizado en distintas fuentes y aceptado una visión global, no tenemos los prejuicios o especialización excesiva que nos cierre las puertas –sobre todo mentales- a explorar esta vía holística. Comprendemos que comparten principios comunes esenciales.
Vengo experimentado en parte con grupos, actividades diversas y un formato de grupo de crecimiento personal, que además de ser un grupo terapéutico donde lo psicoemocional tenga cabida en la dinámica grupal; también incluye la expresión corporal, la libre expresión psicoemocional y lo transpersonal. Todo dirigido a la transformación integral del individuo sin renuncia o abandono en el camino, de ninguna de las partes que le constituyen como ser humano. Un planteamiento holístico con visión integral de la persona es la mejor opción posible, la experiencia constata el enorme potencial para dinamizar el proceso de transformación personal sin que ninguna parte de nosotros quede abandonada. Crecer con todo lo que es, conscientemente, sin marginar nada.
José Ignacio Fernández
¿ IGNORAR O TRANSCENDER LA PERSONALIDAD ? Jardín o Jungla (Por Myrtle Glines de Findhorn)
Nada atrae a tantos detractores como el éxito – Nada crea tanto críticos como el éxito ajeno
Tratar con el tema de cómo afrontar positiva y terapéuticamente la negatividad es mi trabajo principal. En algunas personas de ambientes de orientación espiritual hay una tendencia a ignorar el nivel de la personalidad y concentrarse sólo en niveles más altos, y una tendencia a buscar explicaciones esotéricas a todo lo que sucede.
La personalidad es una parte del todo. La veo como una expresión de aquello con lo que estamos en relación con la vida, un reflejo de la habilidad o cualidad con la que ponemos nuestra universalidad en el aquí y el ahora. La personalidad no es una cosa, sino un proceso dinámico, es como un río, siempre fluyendo, que puede estar limpio o contaminado dependiendo de que ponemos en el, en forma de energía mental o emocional, motivo, equilibrio, sabiduría, amor, comprensión. Partes del río pueden estar en calma y ser suaves, otras partes pueden estar más agitadas y transitar territorios abruptos, pero el río permanece como el vínculo entre su origen y el océano.
Como terapeuta, estoy interesado en todo el ser – en vez de decir que trabajo con los niveles de la personalidad o con los niveles superiores, prefiero decir que trabajo con estos factores que manifiestan la totalidad y con aquellos que la fragmentan o la inhiben.
Ciertamente, el nivel de la personalidad representa generalmente para la mayoría de las personas un nivel de visión fragmentado y limitado que puede llevar al conflicto y la incomunicación. Para muchos dentro de disciplinas espirituales, sin embargo, la solución no es comprender la personalidad sino superarla, ir más allá de ella o transmutarla. Como los métodos no se comprenden bien en si mismos, el efecto práctico de este enfoque que he observado en muchos grupos esotéricos, es el de simplemente ignorar la personalidad, esperando que al concentrarse en una visión espiritual, se apartaría o desaparecería de alguna manera. Como los Victorianos que mantenían a las mujeres embarazadas confinadas fuera de la vista, es como si estuvieran avergonzados de tener una personalidad y se sintieran culpables de sus efectos. Por supuesto, no desaparece, permanece, desintegrada, y siendo una fuente de continuos problemas de relaciones y comunicaciones a todos los niveles.
Es fácil escaparse o no responsabilizarse y decir que lo que sucede es debido a las fuerzas “obscuras” o a la mala suerte, en vez de a una falta de habilidad o sabiduría al tratar las relaciones humanas. Esta actitud, cuando está presente en una persona o situación, desvía la atención de las causas interiores del problema hacia el exterior, dispersando el área de responsabilidad. También existe la tendencia a ser negativo sobre la negatividad.
Es importante reconocer la síntesis entre personalidad y espíritu. El crecimiento es un proceso de profundización, no sólo una actividad en dirección al cambio o a lo nuevo. Como puede crear experiencias temporales de inestabilidad, es bueno si el crecimiento puede ser nutrido en un entorno estable. (Myrtle Glines)