Creencia en la separación y guión de deficiencia

La Creencia en la Separación – Scott Kiloby

La creencia en la autodeficiencia se relaciona directamente con la creencia en la separación. Una separación básica comienza a aparecer muy temprano en la infancia, entre un sentido de yo Vs. uno de no-yo. La vida se convierte en un juego de objetos separados unos de otros. Y el objeto principal es “yo.”

El sentido de separación es raramente cuestionado cuando somos jóvenes. ¿Y por qué habría de cuestionarse? Es una cuestión de supervivencia instintiva que nos permite tratar a nuestros cuerpos como algo separado con el fin de encontrar comida, ropa y un lugar donde vivir. Pero en nuestra primera infancia, el instinto de supervivencia va más allá de las cuestiones básicas de la supervivencia física. Éste comienza a expandirse, cada vez más, hacia el reino de nuestra estructura psicológica y emocional. Literalmente nos identificamos con palabras, imágenes mentales, emociones y sensaciones. Estas palabras, imágenes, emociones y sensaciones se van fundiendo unas con otras dando forma a la creencia “Soy una persona separada.”

En un momento determinado, las palabras e imágenes se convierten en un guión de deficiencia. La historia “Hay algo malo en mí,” se liga intrínsecamente a la creencia “Soy una persona separada.” Este es el nacimiento de la mentira interior que alimenta el ciclo de apuntar hacia fuera de nosotros mismos y buscar allá lo que creemos que no tenemos dentro. A medida que nos desarrollamos, nuestras relaciones se convierten en un espejo. Partimos en busca de lo que parece faltarnos dentro. Si creemos que nuestros padres no llenan el hueco que hace falta, o incluso que ellos mismos crearon el sentido de deficiencia al no proporcionarnos lo que necesitábamos como niños, buscamos llenar ese hueco a través de otras relaciones a lo largo de nuestra vida. A medida que la historia de deficiencia toma fuerza, nos convencemos de que el amor, la validación, la seguridad, la completud, la aprobación, la importancia, la dignidad, y otras cualidades deseables existen fuera de nosotros mismos. Anhelamos esas cualidades aparentemente ausentes. Anhelamos la totalidad que creímos haber perdido al sentirnos separados de todo lo demás.

Resulta natural que busquemos nuestras relaciones en función de lo que creemos que nos hace falta. A medida que experimentamos dolor, invalidación, abandono, inseguridad, rechazo, incompletud o desaprobación en nuestras relaciones, el sentido de separación se fortalece. Continuamos buscando fuera de nosotros mismos, nunca llenando verdadera y permanentemente el hueco que sentimos dentro. Y así es como la historia central de la deficiencia es continuamente reforzada, repitiéndose a sí misma una y otra vez. Para cuando llegamos a la edad adulta, la deficiencia se convierte en el programa que impulsa la mayoría de nuestros actos, tanto en nuestras relaciones como en la vida en general.
Todo lo que creemos acerca de nosotros mismos se refleja de vuelta a través de los demás, precisamente porque llevamos nuestras identidades básicas hacia cada una de nuestras relaciones. Si me siento inútil, tú pareces confirmar esa historia en mí. Si tú te sientes una persona desagradable, yo parezco confirmar esa historia en ti. Nos quedamos atrapados en estas historias que mutuamente se reafirman a través de nuestra relación. En lugar de mirar directamente esas creencias, apuntamos hacia los demás allá afuera. “¡Tú eres el problema, no yo!“ Así es como nos mantenemos ciegos a la mentira interior: «Yo estoy separado y soy deficiente.”

En un determinado nivel sabemos que si comenzamos a dirigirnos a nuestro interior para enfrentar el dolor de la separación y la deficiencia directamente, estas creencias comenzarán a desmoronarse.  Nuestras historias personales, tan cuidadosamente construidas, se vendrán abajo. Y esto nos lleva a nuestro miedo a la muerte. Aquí es cuando en realidad nos asustamos. Nuestro miedo más profundo acerca de perder esas identidades básicas nos mantiene atrapados en el ciclo de enfocarnos en los demás y ciegos a la creencia errónea que tenemos acerca de nosotros mismos. Este miedo nos lleva de vuelta a la mente con todas sus conocidas palabras e imágenes que nos dicen que estamos separados y que somos deficientes. La relación se convierte en una máquina bien engrasada, perfectamente diseñada para mantenernos encerrados en esas mentiras.

Incluso cuando comenzamos a ver que la creencia de ser una persona separada, deficiente, se encuentra en el corazón de todas nuestras luchas en nuestras relaciones, podemos no contar con las herramientas adecuadas para penetrar a través de la historia.

Sin herramientas eficaces, tendemos a confiar en nuestra limitada visión y mentalidad, que por lo general nos enredan de nuevo en una historia de deficiencia, y de nuevo en la respuesta automática de proyectar fuera, lejos de donde se encuentra nuestro dolor. Existen herramientas efectivas para ver a través de la historia de deficiencia, centrándose directamente en la herida emocional que yace en el corazón de la historia. Al enfrentar la herida sin rodeos, nos liberamos de sus garras. Comenzamos a ver que hemos estado protegiendo y defendiendo imágenes mentales, y que esas imágenes no son lo que realmente somos.

(‘Living Relationship’ de Scott Kiloby)

 

El ‘mí’… como parece surgir junto con este cuerpo de aquí y no con ese de allí, se asimila automáticamente como parte integrante de la vida del cuerpo, sin ponerlo en duda. Es como ponernos un abrigo y olvidarnos de que lo llevamos puesto.
Cuando aparece el pensamiento del ‘yo’ – en conjunción, aparentemente, con este cuerpo en particular -, aparece el pseudo-sujeto, aunque no es real. Es lo que se llama ‘autoconsciencia’ psicológica. Por eso, este pensamiento del ‘yo’ es como un abrigo, y desde el punto de vista del pseudo-sujeto, todos los demás pensamientos que surgen se convierten en ‘mis’ pensamientos.
– Nathan Gill

 

Algunas personas huyen del aparente vacío de la vida que perciben hacia la deseada opulencia. Tratan de pasar de un sentimiento de carencia o imperfección, hacia la abundancia y un sentido de mayor vitalidad. “La vida no es suficiente”.

Algunas personas huyen de la opulencia que perciben de la vida hacia un muy deseado vacío. Tratando de pasar de un sentido de agobio o ansiedad, hacia el alivio y la paz. “La vida me resulta demasiado”.

No hay ningún movimiento hacia o desde la opulencia y el vacío. Dondequiera que creas estar en el espectro conceptual, siempre estás Aquí y siempre Ahora. Todo está aquí. Todo es simultáneamente tú y no-tú. Darte cuenta de esto es la paz. De hecho, momento a momento esto se va revelando y comprendiendo. Mira más allá del estrecho filtro del ‘yo’. No es más que un sutil cambio en el enfoque experiencial.                                                     – Nic Higham

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Finalidad: Gestionar tu consulta y eventualmente el envío de información de interés
Legitimación: es gracias a tu consentimiento.
Destinatarios: tus datos se encuentran alojados en mi plataforma de email marketing MailChimp.
Responsable:  Jose Ignacio Fernández San Martín
Derechos: Podrás ejercer tus derechos de Acceso, Rectificación, Limitación o Suprimir tus datos.

Ir arriba