No hay donde esconderse, la vida sabe donde encontrarnos. Lo inconsciente, lo pendiente, termina pidiendo atención.
Al final el pasado en forma de asuntos inconclusos, resentimientos o rencores, reaparece en nuestra vida para ser integrado en vez de excluido. Y la vida lo recrea inteligentemente con otra apariencia si es necesario. No hay escape posible.
Lo que enterramos del pasado sin ser honrado resucita clamando inclusión. El pasado rechazado se convierte en un boomerang. Vuelve a visitarnos quizás disfrazado. No sirven medias tintas para salir al paso. Pide atención, comprensión real, aceptación.
Por ello, mejor ir a su encuentro desarmados y dispuestos. En todo caso quienes creen en la culpa pueden llevar buenas dosis de perdón. Quienes creemos en la responsabilidad llevemos amor incondicional.
Son tiempos de hacer las paces con el pasado, de sanar lo necesario, para poder afrontar el presente ligeros de carga y a corazón abierto. Son tiempos de energías que presionan para la paz. Esta paz requiere retirar obstáculos internos.
Y que mayor carga que el rencor y la aversión…? Que envenena a quien lo almacena. Purificación, soltar los venenos que nos hacen daño. Si no puedes o sabes solo busca ayuda. Algunos nos dedicamos a ello: desprogramar condicionamientos y demás spam o virus mentales con un enfoque transpersonal. Alquimia que transmuta la pesada densidad en levedad…en amor.
Un paso necesario al amor más pleno, para realizar la unidad que somos. Vivir ligeros de equipaje tiene ese sentido. La verdadera levedad del Ser.
Texto original de José Ignacio Fernández (JIF)
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