Sólo quiero deciros lo que habréis de recordar:
recordad y salvad vuestra quietud;
si en el norte, a la sombra temblorosa del álamo; si en el sur, en la brisa del naranjo; recordad cómo pasa el huracán por el junco, y el junco no se inmuta, y el junco no padece. Porque el junco es flexible.
Esperad y sembrad como siembra el viento las estrellas, pues llegará el otoño de los frutos.
Si mantenéis en calma la mirada, si aun en la luz sois claros, sed muy flexibles, respirad con paz como la luz respira. Ni el junco, ni el aroma, ni la luz, se quiebran.
Si a vuestra vida un día llegase el huracán, si hoy llegó el huracán a vuestras vidas, respirad en su furia con quietud, honradamente, y esperad. Ahora, más que nunca, sed flexibles, sed junco, aroma, luz.
Por Antonio Colinas
Hay una ola de amor generalizada, en todo el mundo, incurable que se extiende por el planeta Tierra.
Este amor se extiende rápido por todo el mundo, es más rápido que un incendio forestal, más potente que cualquier virus, más rápido que cualquier cambio de distracción mediática, más penetrante para la humanidad que cualquier posible peligro, más poderoso que cualquier secta o credo, más sabio y más venerado que cualquier mensaje nunca antes.
Así es apreciado mundo, el amor se está extendiendo rápido. Tan rápido que no se puede detener. Se cree que se originó en el corazón de cada ser ya existente en el planeta Tierra, y eso es lo que lo hace tan potente e implacable.
Las fuentes dicen que este amor es el estado natural de la humanidad -por lo tanto, sólo tiene sentido que llegara el momento en que nadie más podría superar la poderosa fuerza del amor – estallando en una poderosa sensación -desde el corazón de cada ser.
Aunque mucho lo ha intentado, y- muchos han hecho parecer a la humanidad que el amor ya no era la fuerza más fuerte del universo. Pero el amor ha salido amigos. Y es imparable.
Y la gente se quedó en casa. Y leyó libros y escuchó. Y descansó y se ejercitó. E hizo arte y jugó. Y aprendió nuevas formas de ser. Y se detuvo. Y escuchó más profundamente. Alguno meditaba. Alguno rezaba. Alguno bailaba. Alguno se encontró con su propia sombra. Y la gente empezó a pensar de forma diferente.
Y la gente se curó. Y en ausencia de personas que viven de manera ignorante. Peligrosos. Sin sentido y sin corazón.
Incluso la tierra comenzó a sanar. Y cuando el peligro terminó. Y la gente se encontró de nuevo. Lloraron por los muertos.
Y tomaron nuevas decisiones. Y soñaron nuevas visiones. Y crearon nuevas formas de vida.
Y sanaron la tierra completamente. Tal y como ellos fueron curados.
(K.O’Meara – Poema escrito durante la epidemia de peste en 1800)
Algunos regalos del cambio
(En tiempos de crisis y virus)
El planeta respira. La contaminación baja.
Nos encontramos, en especial con nosotros.
El espíritu comunitario se despliega.
Tiempo incluso para «no hacer» y volver al ser.
Impulso para el cambio, salto de conciencia.
Muchos pueden aprender algo de todo esto.
La naturaleza, la Tierra, nos recuerda su poder.
Saludable cura de humildad para el humano.
Incertidumbre que abre muchas posibilidades.
Oportunidad de abrirse al cambio y de confiar.
Prueba. Reajuste a un nuevo tiempo.
Lo nuevo puede sorprendernos.
La vida nos detiene para tomar conciencia.
Responsabilidad de atender a lo esencial.
Reencuentro con el sentido y valor de la vida.
Cuarentena para la coherencia e integridad.
Para reordenar la vida personal y colectiva.
Cuidarnos es prioritario. Amar también.
Bienvenido también el silencio.
El amor se siente más.
Gracias
Artículo complementario: Para crisis y situaciones adversas