Soltar no duele. Duelen la ausencia de los planes pasados. Duelen algunos sueños hechos añicos. Duele créenos solos. Duele imaginar nuestras manos vacías y el cariño ausente. Pero soltar no duele. Al contrario, sana y reconforta. Cuando lo haces el alma misma lo agradece y la libertad te abraza. Fluir con los altibajos de la vida es una constante lección y cuando aprendes a soltar te das cuenta que mantenerte aferrado, era en realidad lo que más te lastimaba. (Kok – Uhga)
Levantó un vaso de agua, todo el mundo esperaba la pregunta:
¿Está medio lleno o medio vacío?
Sin embargo, ella preguntó:
– ¿Cuánto pesa este vaso?
Las respuestas variaron entre 200 y 250 gramos.
Pero la terapeuta respondió:
«El peso absoluto no es importante, depende de cuánto tiempo lo sostengo. Si lo sostengo 1 minuto, no es problema, si lo sostengo una hora, me dolerá el brazo, si lo sostengo 1 día, mi brazo se entumecerá y paralizará. El peso del vaso no cambia, pero cuanto más tiempo lo sujeto, más pesado, más difícil de soportar se vuelve.»
Y continuó: «Las preocupaciones son como el vaso de agua. Si piensas en ellos un rato, no pasa nada. Si piensas un poco más empiezan a doler y si piensas en ellas todo el día, acabas sintiéndote paralizado, incapaz de hacer nada.»
¡Acuérdate de soltar el vaso! …:
Compartimos desde nuestra formación y experiencia, lo mucho que nos ha ayudado a soltar, el conocer y comprender(nos) y experimentar determinadas actividades o contenidos. Por ello ofrecemos nuestras actividades, para dar a otros la oportunidad de hacer ese camino con la comodidad de ser acompañados desde el respeto. Observamos cuanto sirve a las personas, entre otras cosas, a soltar «pesos» inútiles, abrir espacio, y encontrar opciones más plenas.