PERSPECTIVA del tiempo que vivimos.
Crisis, cambio y realidad.
Es evidente que hay una crisis global generalizada estructural a todos los niveles (económica, política, educativa, climática, religiosa, espiritual, relacional, personal, etc), que se ha intensificado especialmente durante este siglo XXI. Surge agitación y miedo ante la incertidumbre, resistencia de quienes tratan de evitar el cambio y mayor ansiedad general.
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La energía presiona y hay tensiones que al agudizar la crisis ayudan a vencer las resistencias al cambio. No debe ser motivo para crear más miedo, sino para aprovechar el impulso para el cambio en aquellas áreas de nuestra vida que sea necesario. Sin olvidar que la transformación externa es consecuencia de la interna. El cambio colectivo surge del cambio en cada uno de nosotros. La influencia de un número crítico suficiente de personas que hagan ese camino, afectará al resto, para dar los pasos colectivos.
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Y no podemos esperar que la tecnología o lo “externo” lo hagan todo. La responsabilidad y las acciones de cada uno siguen siendo claves. Que nadie confunda el cambio que llama a la puerta. No es cambio por el cambio, o el de lo nuevo por lo viejo. Estas energías de cambio son una opción para sustituir aquello que no funciona, en muchos casos para reemplazarlo por algo nuevo, o más antiguo que si funcionaba y fue marginado o eliminado en su momento. El cambio genuino busca traer lo nuevo o recuperar aquello válido por muy desconocido o antiguo que sea.
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En estos tiempos revueltos es todavía más importante la atención a los valores perennes, a través del camino que sabios y tradiciones nos mostraron: atención al interior, meditación/contemplación, ampliar la comprensión y perspectiva, ecuanimidad, conocimiento de uno mismo, cultivo de la paz interior y aceptación genuina, y otros valores esenciales no caducos. En este viaje el silencio, la calma mental y la presencia son claves. Serenidad, más y más luz y conciencia en nuestra vida.
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Si bien es posible hacerlo individualmente, el camino compartido en grupos o colectivos, y las experiencias vivenciales basadas en sabiduría esencial siguen siendo valiosas y útiles. Una renovada educación de niños o adultos no implica ausencia de ésta. Si hay tormentas y existe obscuridad no conviene apagar los faros. Mientras la confusión, el miedo y la ignorancia persistan, sigue siendo importante la ayuda o guía de personas con discernimiento, es decir sabiduría, que no es lo mismo que conocimientos intelectuales. Personas que en coherencia interna, honestidad e integridad, sirven al verdadero cambio y realización del ser humano, y asi, a la manifestación física del mismo en este mundo.
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Nos encontramos en una época especial, que esconde detrás del ruido interno y externo, grandes oportunidades de regeneración personal y colectiva.Esta crisis fuerza las situaciones para promover mayor unión frente a la separación. Unión de los opuestos complementarios. Unión que da la fuerza y es sinónimo del verdadero amor, frente a división o separación interesada que debilita. Esa unión ha de comenzar dentro de cada uno de nosotros. Si hay división en la persona es que hay conflicto interno con sus propias energías, que tenderán a ser proyectadas o rechazadas en el exterior. Unión interior.
Como en cualquier obra o cambio existen incomodidades y horizontes no definidos. Es necesario, más que nunca, una actitud adecuada y confianza, junto a una comprensión ampliada y una decidida apertura a la verdad más allá de prejuicios y preferencias.